Dos miradas.

iPhone, he pecado

JOSEP MARIA FONALLERAS

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La confesión es para los católicos fundamento y tortura de la religión. Fundamento, porque en la posibilidad de borrar los pecados se basa la más profunda ideología del catolicismo; y tortura, porque existen pocos momentos tan terribles como el tiempo que transcurre en el espacio íntimo del confesionario. Debe de ser por eso por lo que algunas de las reformas que el Vaticano II promovió instauraron una ceremonia comunitaria que se olvidaba a conciencia del vínculo personal entre sacerdote y creyente y establecía unos ritos cercanos a la forma protestante, o sea, a un diálogo establecido entre Dios y el hombre, sin intermediarios. Creo que ya no se realizan confesiones colectivas, y en todo caso seguro que la jerarquía no las contempla con benevolencia.

Ahora, y advirtiendo que no se puede sustituir la figura del padre, el Vaticano se afana en condenar otro invento del diablo, estaConfession digital para los Mac que promete la redención de las almas. Debemos de estar muy mal, todos, si unos creen que el iPhone será como una celosía en la penumbra y otros claman al cielo para evitarlo. A mí,Confessionmás bien me recuerda unas hojas de reflexión que te daban los jesuitas en los ejercicios espirituales. Tenías que llenarlas con un detalle de todos los pecados y, al final, puntuabas tu conducta moral. Eran en blanco y negro y quizá más sórdidas que el iPhone, pero me temo que servían para lo mismo.