DOS MIRADAS
Té envenenado
Parece ser queJared Lee Loughner es un tipo raro. Eso dicen de él los que fueron sus compañeros de clase. Fue expulsado de la universidad por su extraño comportamiento y rechazado por el Ejército. Aun así, pudo comprar un arma y disparar. Aunque triste y brutal, el relato no es extraordinario, es la terrible consecuencia de que una persona desequilibrada tenga acceso a un arma.
Pero la historia adquiere otro sentido cuando se sitúa en su contexto político y se constata que el principal objetivo del asesino, la congresistaGabrielle Giffords, estaba en el punto de mira de los movimientos ultraconservadores. Grupos como el Tea Party que, con no pocos medios de comunicación a su servicio, han radicalizado el lenguaje político de un modo irresponsable, incitando al odio, deshumanizando el debate, despreciando los argumentos, despojando a la crítica de elementos constructivos y negando al adversario el mínimo respeto. El lenguaje nunca es inocente. Y cuando llama a la guerra, siempre hay unLoughner dispuesto.
No resulta difícil encontrar paralelismos en este país. El té amargo de la descalificación, el odio y la mentira también se despacha en casa con la vergonzante complicidad de algunos medios. Una ponzoña que envenena y debilita nuestra condición de ciudadanos. ¿Se le habrá atragantado el té este fin de semana a algún estratega político del todo vale?
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