DOS MIRADAS

La parra fecunda

EMMA RIVEROLA

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De nuevo, el cardenalRouco Varelay la familia,sufamilia. De nuevo, millares de personas en una misa en el centro de Madrid. Muchas menos de las que la organización esperaba, pero todo un lujo en época de desmovilización. Y, de nuevo, cómo no, las soflamas a favor de un concepto de familia que, por muchas plegarias que se eleven, ya nunca volverá.

Porque aunqueRoucohabla de familia, en realidad pontifica sobre la mujer. Cuando el cardenal se refiere a un amor «abierto a la vida y a la educación abnegada de vuestros hijos, servicial con los mayores de vuestras familias y fraterno en las relaciones con los demás», tiene la mirada fija en una época en la que la mujer estaba destinada a parir un cachorro tras otro, educarlos y cuidar de los mayores del clan. Por si quedaba alguna duda,Roucoilustró su ideal femenino con una referencia al salmo 127: «La mujer será como parra fecunda en medio de la casa». Que viene a ser la versión bíblica de la mujer en casa y con la pata quebrada.

Más allá deZapateroy de los matrimonios homosexuales, lo que no puede digerir esta Iglesia anclada en el nacionalcatolicismo es la libertad que ha alcanzado la mujer. Las últimas arengas del cardenal llamando a evangelizar Europa son tan ridículas como extemporáneas: «¡En la España y en la Europa de nuestros días, comienza a alumbrar la esperanza!»… El último que apague la luz.