Dos miradas

Navidad en Sant Celoni

JOSEP MARIA FONALLERAS

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En el tren, el día de Navidad, un hombre agobiado entra en el compartimento y pregunta qué tiene que hacer para ir a Canovelles. El tren no se detiene allí. Otro hombre, negro, le indica que lo mejor que puede hacer es bajar en Sant Celoni y coger un cercanías en dirección a Granollers. Él baja antes, en Massanet. El hombre, que es bajo y lleva un piercing en la oreja izquierda y unos pantalones tejanos, dice que no sabe leer. Una chica se compromete a indicarle el momento en que tiene que abandonar el tren. El hombre, inquieto y nervioso, le dice gracias y le explica que es huérfano y que tiene 19 hermanos y que vive en Francia y que viene de un pueblo de Sevilla donde no hay gitanos. La chica dice que también viene de Francia, de ver a su padre, y que vuelve a Barcelona para estar con la madre. El hombre le pregunta si están separados. La chica dice que sí. El hombre baja en Sant Celoni. Dos calles más allá de la estación hay un antiguo casino de techo alto donde una docena de inmigrantes marroquís contemplan una partida de ajedrez que juegan dos amigos suyos. Hace horas que están allí. Los abuelos del país juegan a cartas. Los marroquís mueven las piezas con rapidez. Quien gana, se queda en la mesa. El perdedor cede el lugar a un nuevo contrincante. En la estación de Sant Celoni, mientras tanto, una pareja se besa con deleite mientras escucha una canción de Lady Gaga en el teléfono móvil del chico.