Waka waka

Rajoy dijo días atrás que nunca el catalán había recibido tanto apoyo como a raíz de la visita del Papa. Ahora, Benedicto XVI tiene la competencia de Shakira para comunicar al mundo la buena nueva de la lengua milenaria. Pero la cantante tiene más puntos a favor que el Pontífice, porque se llama Ripoll, que es donde descansan los restos de Wifredo el Velloso y porque no necesita un manual de transcripción fonética, sino que el catalán le sale del alma. O de la cintura, que es de donde emanan las principales gracias de esta entusiasta figura de la música internacional.

Tiene un acento bastante respetable, enlaza frases que van más allá de la habitual salutación protocolaria y anuncia que piensa asistir a clases e intentar cantar una canción de Sau. Esta chica es un sol. Además, nos proporciona la clave de las elecciones del domingo: «Mi único deseo, esta noche, es que todo el mundo se lo pase muy bien». Estoy seguro de que todos los candidatos estarán de acuerdo con su buena fe. Se trata de controlar la euforia; de empequeñecer la catástrofe; de celebrar unos resultados por encima de lo que dicen las encuestas; de valorar el aumento, por exiguo que sea, en relación al punto de partida, o de aparentar que el descenso no es tan pronunciado. Es decir, la ceremonia del despido ya está escrita. Pero habrá alguien que el domingo por la noche podrá hacer los mismos equilibrios que Shakira con sus caderas.