Dos miradas

Y pasó a la acción

EMMA RIVEROLA

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Después de empuñar las armas por una revolución y abrazar la vida espiritual como jesuita,Vicente Ferrer pasó de verdad a la acción. Y de la nada, de la carencia más absoluta, creó un mundo de proporciones colosales. Desde 1969, su fundación ha construido en el estado indio de Andhra Pradesh más de 1.000 escuelas, 5 hospitales, 20 clínicas, 30.000 viviendas y ha dado un futuro a 2,5 millones de personas.

Mañana sabremos si otorgan el Premio Nobel de la Paz a la Fundación Vicente Ferrer. A él le gustaría. No por la gloria y las lisonjas que supone recibir el mismo premio que distinguió aBarack ObamaoAl Goreen pasadas ediciones, sino por algo bastante más material. Me lo imagino admirando el generoso cheque de la Academia Sueca y estrechando manos para, acto seguido, pedirles más fondos para este u otro proyecto.

Si finalmente su fundación no resulta galardonada, deberíamos reclamar a la academia la inmediata creación de una nueva categoría. Un nuevo galardón que tendría enVicente Ferrerel mejor ejemplo: el Premio Nobel de la Esperanza. Esa palabra tan manida en el mundo de los sueños increíbles que él supo convertir en realidad. Su obra pregona que es posible levantarse de la nada, que podemos superar lo imposible, que la injusticia puede ser derrotada. Él lo consiguió. Cambió el mundo. Y para lograrlo no necesitó ni fusiles ni oraciones. Simplemente lo hizo.