El concierto y la épica

VICENÇ VILLATORO

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Por lo menos hasta ahora, el debate electoral catalán se plantea en dos terrenos de juego simultáneos. Uno sería un terreno más bien práctico: el gobierno de las cosas de cada día, la capacidad de gestión, las políticas cotidianas. El otro es un terreno muy épico: la independencia de Catalu­nya o el mantenimiento de los lazos con España. Convergència quisiera que la campaña se jugara en el primero de estos terrenos, porque en ese se siente más fuerte y porque el otro puede provocar contradicciones entre varios segmentos de su electorado. El PSC y Esquerra prefieren el segundo -aunque sea para decir en él cosas contrarias-, porque tienen que combatir contra las encuestas y saben que incomoda a su rival.

CiU hace bandera en esta campaña electoral del concierto económico. Es una propuesta que tiene un pie en cada uno de los terrenos de juego: tiene carácter económico y tiene que ver con el día a día, pero forma parte también del debate sobre el encaje de Catalunya en España que se discute en el terreno épico. Un pie en cada terreno, pero no cotiza igual en uno que en otro.

Si el concierto económico se plantea sólo como una propuesta épica, en el terreno de la bandera, su cotización es bastante limitada. Junto a propuestas tan enfáticas como la independencia de Catalunya o la defensa de la unidad española, el concierto anda corto de épica. En este terreno, es poca cosa. Puede parecer un sucedáneo tímido de la independencia, un quiero y no puedo. Aunque vaya acompañado de una escenografía épica, como la de convocar un referéndum al respecto, forzando la legalidad vigente.

En cambio, en el otro terreno de juego, en el de la práctica, el concierto puntúa mucho más. Muchos catalanes, más allá de ideologías, comparten la sensación de no ser bien tratados por el Estado. De dar más de lo que reciben. De ser prisioneros de un sistema fosilizado de solidaridad que se ha convertido en crónico y que no ayuda al desarrollo de los que van más atrasados, mientras frena el de quienes están más adelantados. El PSC advierte de que CiU promete a la vez hacer más obras (gastar más) y bajar impuestos (ingresar menos). Y esto no cuadra. Ni siquiera mejorando la gestión. Pues hay una manera de que cuadre: reduciendo el déficit fiscal. Evitando que tanto dinero se vaya y no vuelva. Con el concierto.

Si la campaña termina siendo un combate de épicas, el concierto pasará sin mucha pena ni mucha gloria. Si acaba siendo un debate sobre gobierno y gestión, el concierto puede ser una muy buena carta. Algunos lo critican por imposible o por radical. Pero lo cierto es que Euskadi y Navarra tienen concierto y no ha pasado nada: España no se ha roto. Y los vascos y los navarros están encantados de la vida de tenerlo. Socialistas y populares incluidos.