El turno

La prohibición es invocar en vano la igualdad

BEGOÑA
Del Pueyo

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Me indigna y entristece ver a mujeres enjauladas en un trozo de tela, pero lo que me subleva sobremanera es la hipocresía de quienes quieren ayudarles por imperativo legal. Antes de plantear la prohibición del niqab o el burka en el Parlament de Catalunya o en el Senado, deberían explicarnos qué harán al día siguiente. ¿Cuánto piensa invertir el PP en mediación cultural? ¿O es que las multas consiguen un trato más igualitario, sin más? La polémica, lo que ha provocado es la doblevictimizaciónde las víctimas, ninguneadas por sus hombres y subestimadas por quienes enarbolan su defensa.

Estos días he releído el libro de la feminista marroquíFátima Mernissisobre sus memorias de niña en un harén de la medina de Fez.Mernissinos enseña que mujeres que vivieron confinadas, como su propia madre, su abuelaLalla Yasminay su tíaHabiba, aparentemente no se rebelaron, pero nunca renunciaron a la libertad. Su reivindicación la proyectaron en esa niña que de la escuela coránica logró saltar a La Sorbona y doctorarse en Ciencias Políticas. La sumisión que atribuimos a esas mujeres resulta injusta con historias como la de la egipciaAisha Taymour, heroína del feminismo musulmán. Prisionera entre cuatro paredes, hasta su muerte (1906) escribió incansablemente poemas contra el velo, en árabe, turco y persa.

Historias de mujeres invisibles que en lugares tan mortificados como Afganistán se alimentan de gestos imprescindibles para ganar la batalla que no conseguimos con nuestros tanques. Les ha puesto rostro debajo del burkaRamón Lobo.En su último libro,Cuadernos de Kabul, el corresponsal de guerra explica la lucha que libran chicas de 20 años que «se la juegan» en partidos de fútbol para alcanzar su pequeña cuota de libertad: encuentros compartidos fuera del país con jordanas, e incluso alemanas. O la templanza de las alumnas de la autoescuela Usmani, sentadas al volante a pesar de los gritos de vecinos que las llaman putas. EEUU y sus aliados les prometimos que, con las armas, las liberaríamos del burka.No hagamos ahora más falsas promesas. En democracia no puede haber personas sin rostro, pero no a cualquier precio.