Siete x siete

Esas cosas que pasan en Islandia

XAVIER Moret

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Estoy en Islandia, no muy lejos de donde no hace tanto el Eyjafjalla (o sea, el volcán de la montaña de las islas) se dedicaba a echar un nubarrón de cenizas para animar el cotarro aéreo europeo. El volcán ya se ha calmado, pero en los bares de Reikiavik se cruzan ahora apuestas sobre cuándo volverá a entrar en erupción, o sobre si el vecino Katla tomará el relevo. Aquí están convencidos de que es solo cuestión de tiempo, aunque en general en Reikiavik pasan del tema volcánico; al fin y al cabo, hace muchos años que los islandeses están acostumbrados a convivir con volcanes y terremotos, y esta erupción solo ha afectado a un 1% del territorio islandés. En el resto del país, la vida sigue sin novedad.

El tema estrella de las conversaciones no es ahora el dichoso volcán, sino las elecciones municipales de mañana. Cuentan con un candidato original, el comedianteJón Gnarr Kristinsson, que concurre con el Bestu Flokkurinn (el Mejor Partido). Él lo califica de partido anarco-surrealista y propugna una revolución cultural con dosis de humor. No es que tenga un programa muy definido, pero como la gente está harta de los partidos tradicionales, a los que acusa de haber colaborado con los financieros que le llevaron a la ruina, algunas encuestas le otorgan hasta un 36% de los votos. Es un buen resultado, ya que con estas cifras obtendría 6 de los 15 concejales del Ayuntamiento de Reikiavik.

Pronto saldremos de dudas: si el Mejor Partido triunfa en las elecciones, podrá cumplir sus promesas de convertir la isla en un paraíso del coche eléctrico e incorporar un oso polar al zoo de animales domésticos. De los volcanes, de momento, ni una palabra, aunque en la revistaReykjavik Grapevineun articulista proclama esta semana que el Eyjafjalla

es un volcán anarquista… No, si al final resultará que el lío de las cenizas era solo una campaña electoral alternativa. Todo es posible en Islandia.