EDITORIAL

EDITORIAL: 'Histórico viraje político en Japón'

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Los resultados de las elecciones legislativas en Japón y el triunfo arrollador del Partido Democrático (PDJ) constituyen un hito histórico que pone fin a medio siglo de Gobierno casi ininterrumpido del Partido Liberal Democrático (PLD), que se creía eterno pero inmóvil, incapaz de reformarse o de superar el malestar popular y los graves problemas que mantienen estancada a la segunda economía del mundo.

La nación se halla aún a la espera de un nuevo impulso, casi dos décadas después de que el modelo fundado en las frenéticas e imbatibles exportaciones ofreciera los primeros síntomas de agotamiento para entrar en un largo periodo de recesión. En el «decenio perdido» de los 90, el marasmo económico reveló los límites del sistema y los inconvenientes de la alianza entre una burocracia poderosa, los empresarios y un partido que actuaba como si fuera único (el PLD), mientras afloraban numerosos escándalos de corrupción.

Con el triunfo del PDJ culmina la hercúlea tarea de crear una alternativa en un sistema esclerótico, pero clientelar y burocrático. La debilidad de los vencedores radica en su amalgama de personalidades, que van desde la derecha y el centro hasta la izquierda más moderada, sin otra ideología que el pragmatismo, bajo la batuta de Yukio Hatoyama, nieto del fundador de una de las dinastías políticas. Serán necesarios más elecciones y un debate profundo en la sociedad japonesa, envejecida, pero que parece salir de su apatía, para terminar con el sistema de un partido hegemónico y consolidar el cambio que garantice la competencia electoral y la alternancia en el poder.

Aunque se trata de un cambio sistémico, no se espera un viraje radical en la economía, ni propuestas innovadoras como la de admitir más inmigrantes o elevar los impuestos para reducir la carga del déficit público, pero parecen inevitables una revisión diplomática, pausada pero firme, para mejorar las relaciones con todos los países de Asia, con China a la cabeza, y una menor complacencia hacia EEUU, que afectará previsiblemente al estatuto de los 50.000 soldados norteamericanos en el archipiélago. La voluntad de Hatoyama de atender los agravios de los vecinos por el pasado belicista ha sido bien acogida en Pekín y suscita la esperanza de una acción concertada de la segunda y tercera economías del mundo. El eje geopolítico se trasladaría al fin del Atlántico al Pacífico para sellar el giro copernicano que auguran los analistas.