La entrevista // Gabi Martínez, Periodista y novelista.

Gabi Martínez: "Viajar es cumplir la aspiración de un verano eterno"

Ha narrado sus experiencias por Sudán y por la costa de China. Concibe los viajes como una especie de regreso a la libertad de la infancia.

Gabi Martínez.

Gabi Martínez.

XAVIER MORET

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De niño, los libros de aventuras despertaron en Gabi Martínez (Barcelona, 1971) la curiosidad por los mundos exóticos y la aventura. Tras estudiar periodismo, no renunció a este aspecto de su vida y se lanzó a viajar, primero con Interraíl por Europa y después a lugares lejanos. Ha publicado Sudd (Alfaguara), novela ambientada en el sur de Sudán, y Los mares de Wang (Alfaguara), un recorrido por la costa de China en compañía de un chino del interior llamado Wang. Próximo objetivo, Australia.

--¿Por qué un libro sobre China?

--Me habían propuesto hacer documentales de este país porque se veía que se avecinaba un gran cambio. Íbamos a empezar por el noroeste, pero tras el 11-S China cerró la frontera y el proyecto se anuló.

--Pero usted fue allí de todos modos.

--Ya tenía la fiebre de China. Había leído mucho sobre el país asiático y pensé que sería bueno viajar por la costa china.

--¿Por qué precisamente la costa?

--Es donde se concentra el auge industrial y vi que no había ningún libro que articulara la costa china. De Hong Kong, Shanghái y Macao aún íbamos con los clichés del opio, la piratería...

--Tituló el libro Los mares de Wang

--Fue gran suerte encontrarle. La relación con Wang me permitió construir una especie de metáfora de la civilización china enfrentada a la de Occidente. Wang me acompañó durante parte del viaje, y fue un regalo para mí.

--Pero la relación acabó mal.

--Los dos intentamos acercarnos, pero Wang adoptó el rol de ayudante en cierto modo esclavo, cosa que a mí me disgustaba. Al final hubo un choque de intereses muy grande y él optó por irse.

--¿Qué conclusión sacó?

--China es un lugar donde todo te sorprende, una realidad en las antí- podas. De entrada, el tiempo no tiene nada que ver con el nuestro: son muy pacientes. Por otra parte, el norte y el sur son muy diferentes. Yo me sentí más cómodo en el sur, donde es más fácil comunicarte.

--¿Se sintió bien recibido?

--Son hospitalarios y diplomáticos. Entrar en lo personal ya es otra dimensión.

--Los cambios han ido muy deprisa. ¿Eso les desconcierta?

--Han desplazado a millones de personas, han emigrado a las ciudades... Wang es un ejemplo de este desconcierto. La gente que vivía en el campo con la única información de los canales oficiales no ha visto nunca una mirada crítica. Cuando llegan a metrópolis, donde hay más información, se sienten perdidos.

--¿Viajar es igual a felicidad?

--Viajar es cumplir la aspiración de un verano eterno. Mucha gente lo envidia porque le recuerda la libertad de la infancia.

--¿Piensa que está en un buen momento la narrativa de viajes?

--Cuesta que te publiquen un libro de viajes, pero las editoriales debe- rían ver que grandes autores como Stendhal, Conrad o Stevenson han sido grandes viajeros. ¿Qué más hace falta para que se tomen en serio la literatura de viajes?

--Con su libro Diablo de Timanfaya

--Fue una lección que me hizo poner los pies en el suelo. Pretendía hablar de las Canarias con espíritu crítico porque creo en el libro de viajes con luces y sombras.

--Y alguien se lo tomó a mal.

--Primero tuve en contra a periodistas, luego a hoteleros y al Cabildo de Cultura, hasta que el Gobierno canario pidió la retirada del libro.

--Un duro golpe.

--El problema es que al escritor de lugares se le ha considerado durante tiempo autor de panfletos turísticos. Si no das solo una buena imagen, dicen que estás en contra.

--Sudán fue una experiencia muy distinta.

--Venía de escribir Ático, una novela barcelonesa de ambiente muy cerrado, y al regresar de un complicado viaje al sur de Sudán pensé: tengo una historia muy buena, los clásicos me encantan y aún no he contado una historia de aventuras como las que leía de niño.

--Y salió Sudd

--La geografía de la región de Sudd es una metáfora alucinante de lo basculante que es nuestra sociedad. Allí estaba el mito clásico del laberinto, pero con paredes que se mueven, lo que desconcierta aún más. Ese pequeño giro me introducía en la modernidad, en el siglo XXI.

--¿Qué le pareció Sudán?

--Es el país que más me ha interesado. El color, la luz, la gente... Quiero regresar allí. Las grandes extensiones siempre me gustan. Tienen una dimensión poética.

--Dígame tres libros de viajes que le hayan marcado.

--Los siete pilares de la sabiduría, de

Lawrence; Viaje a Oxiana, de Robert Byron, y Cartes d'Itàlia, de Josep Pla. De los recientes, Los árabes del mar, de Jordi Esteva.

--¿Qué es lo que le atrae de Lawrence?

--Los siete pilares de la sabiduría es el libro total: hay antropología, viaje, geografía, estrategia militar, literatura, cómo un hombre se enfrenta al mundo... Ahora es difícil encontrar una historia tan literaria.