"La expresión 'cocinero mediático' me molesta"

FERRAN IMEDIO

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Isma Prados (Caldes de Montbui, 1974) pasó de cocinar para los comensales de restaurantes como Senyor Parellada, La vinya del senyor, Ca la Sila y La Fonda Europa a hacerlo para toda Catalunya desde los fogones de TV-3. El éxito de Cuina per solters y La cuina de l'Isma (no sabe si grabará nuevos capítulos), en los que añade los ingredientes de la naturalidad y la cercanía, le ha convertido en un fenómeno de masas que explota publicando libros, protagonizando campañas de la Generalitat, presentando campanadas de Fin de Año y, ahora, promocionando la batería de cocina de EL PERIÓDICO.

--¿Cómo es capaz de hacer tantas cosas a la vez?

--Todo lo que he aprendido desde que empecé en la tele me ha sido superútil y me ha hecho ser más valiente para afrontar nuevos retos. Todos los proyectos en los que participo tienen su lenguaje diferente. La cuestión es conocerlo. Para mí, la lucha es tener un lenguaje personal en el mundo de la cocina para insertar mi concepto.

--Un concepto de éxito, que engancha a la audiencia.

--Es un formato que se ha extendido bastante por toda Europa. En este sentido, la televisión, con un estilo más cercano, amistoso, atractivo, con un poco de coña, sirve como gran caballo de Troya para transmitir tus conocimientos de cocina y buena alimentación. No aleccionas; con tu propia acción demuestras que se puede hacer eso. Y siempre buscando productos que sirvan para el conjunto microondas-horno-

fogón-nevera, que es el que habitualmente usamos todos.

--Es usted un cocinero mediático. ¿Teme convertirse con el tiempo en un mediático que cocina?

--Huyo de las etiquetas y la expresión cocinero mediático, francamente, me molesta. Pero esa es en verdad la gran discusión y la gran lucha para lograr el equilibrio entre el doctor Jeckyll y míster Hyde que uno lleva dentro. Fue difícil tomar la decisión de dejar el restaurante para dedicarme a los medios. Pero tres años más tarde veo la vida de otro color. Ya no me preocupa.

--¿Qué le preocupa?

--Ser yo mismo y que las cosas que hago estén probadas, sean contundentes. Sea en un servicio de cátering, en un restaurante, en un programa de televisión, en una revista... Igual que en la música cubana hay guarachas, mambos, etcétera, en el mundo de la cocina pasa lo mismo: hay quien trabaja para colectivos como hospitales y colegios, quien está en un restaurante gastronómico, quien hace cocina de mercado y se juega el tipo cada día escogiendo productos frescos por la mañana y pensando tres o cuatro platos para servir al mediodía...

--Hay mucha variedad...

--Es que no hay un cocinero por antonomasia... Hay muchos tipos de cocinero y uno de ellos es el que trabaja en la televisión.

--¿Teme que ser tan popular le reste prestigio como chef entre la crítica y cause envidia en sus colegas?

--Podría ser, pero hay que tener en cuenta que hay un envoltorio mediático alrededor de la televisión. Yo solo pienso en las personas a las que hago llegar esa información. Si lo consigo, más gente mirará el programa. El resto me da igual.

--¿Tiene una receta para mantener la cabeza fría?

--En la biografía de Rafa Nadal leí una frase que aparece en el vestuario de Wimbledon: "Trata al éxito y al fracaso como el mismo impostor". Lo vivo disfrutando con lo que hago, en primera persona, sin estar pendiente de la visión que los demás tienen de mí. Pero creo que no hay para tanto. Quizá es que no tengo la conciencia de que haya tenido tanto éxito. Pero recuerdo que con 14 años tenía que correr cuando un cliente me pedía un cortado. Y no pasaba nada. Ni antes ni ahora.

--Los niños le adoran.

--Ven algo que les atrae y que entienden por sí mismos. Es un modo de poner un personaje en el ideario y en el subconsciente de los niños para que las madres puedan usarlo para ayudar a formarlos: el icono Isma. "Uy, no sé si a Isma le gustaría que no te comas las patatas", les dicen. Transmitimos esos conocimientos. "¿Ya te has lavado las manos antes de comenzar?", les preguntamos.

--¿Eso es mucha responsabilidad?

--Sí. Debes ser muy responsable por la capacidad de difusión e influencia en la opinión pública. Más que un poder, es una responsabilidad.

--¿Le gustaría tener un restaurante propio?

--Sí, pero a la larga. Sería un espacio donde poder cocinar como a mí me gusta comer.

--¿Y qué hay de su banda de jazz, donde toca la batería?

--Ahora tengo una edad en la que debo ganarme los garbanzos. Si cuando sea más mayor tengo la tranquilidad necesaria para tocar con más asiduidad, lo haré. Mientras, no quiero perderla. Me encuentro con los amigos y tocamos en privado. Pero no hacemos bolos. Ya no los necesito como cuando tenía 17 años y quería que las chicas me mirasen.