Memoria

La inauguración del hotel AC Miramar, allá arriba, en Montjuïc, coincide en el tiempo con la emisión en La 2 del programa Memoria de la tele. Ya saben: lo presenta Jordi Hurtado y nos devuelve a parte de aquel blanco y negro de nuestra adolescencia. Solo las piernas de la señora Robinson, es decir, de Anne Brancroft, eran en color. Y eran en color porque las enseñaba en el cine.

Qué injustos hemos sido, también, con la parte catalana de TVE. Qué injustos hemos sido y qué injustos seguimos siendo. Aquí nos llenamos la boca con la palabra memoria, pero solo recordamos siempre a los mismos. Y con las cosas de la televisión no podía ser de otra manera. A los primeros los hemos olvidado, no existen. Aquí algunos han pretendido y conseguido que muchos crean que antes de TV-3 no había vida. Lo nuestro no es memoria sino sectarismo, bandería, clientelismo alimentado puntualmente por cierta política a la que se fueron sumando las demás.

Para muchos, Miramar siempre será la adolescencia, el topo Gigio y la rubia Ana María Solsona. Y el profesor Luis Miravitlles, que siempre andaba entre los cohetes de la Nasa y los dinosaurios desaparecidos que le proporcionaba el argentino Alejandro Vignati. Todo eso sigue siendo Miramar para muchos. Todo eso y la voz grave de Irene Mir. O sea, TVE Catalunya.

Aunque ella lo ignore, yo le debo a la generosa Irene Mir un par de minutos de gloria radiofónicos y eso, cuando se tienen 14 años, es algo que no se olvida nunca. Irene Mir leía y decía muy bien, pero yo, entonces, dicho sea con todos los respetos, le prestaba tanta atención a su voz como a sus piernas, que también forman parte del alma.

Montjuïc siempre ha sido geografía de presagio. Era ya triste incluso cuando, años después, en el interior de algún 600, se hacía lo que te dejaban hacer, que no era mucho. Lo único que otorgaba cierta alegría a Montjuïc eran los estudios que TVE tenía allí, en Miramar, y que ahora han vuelto a ser hotel.

"¿Qué quería decir, señora Robinson? / Acéptelo. Joe se fue para siempre."