Una ley histórica para la dependencia

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El Congreso dio ayer vía libre al proyecto de ley de dependencia. En este caso, no es una exageración afirmar que estamos ante un acuerdo histórico que trasciende los límites de la estricta vida política y afecta a la configuración del Estado y a la vida cotidiana de las generaciones presentes y futuras.

A partir de ahora, España garantiza por ley que las personas que no puedan valerse por sí mismas no sufran discriminación, no solo en sus derechos, sino en su vida personal, tanto en lo referente a recursos económicos como en el resto de condiciones vitales. Los enfermos crónicos de larga duración, las personas con discapacidades físicas o psíquicas y los ancianos contarán con una serie de prestaciones del Estado que no van a depender de su aportación al sistema de la Seguridad Social, sino de la necesidad de garantizarles unas condiciones de salida tan dignas como al resto de la población. Este es el núcleo básico de la ley, que no habría que perder de vista en ningún momento.

Pero la vida de las leyes en democracia depende también del juego entre partidos. Es una buena noticia que el partido que gobierna y el que lo podría hacer por la alternancia estén de acuerdo en los contenidos básicos de una ley. De este modo, se asegura que un cambio de mayoría no comportará la derogación de la ley y que, sea quien sea quien mande, las reglas básicas del juego ya han sido fijadas.

Con todo, esta realidad no puede hacernos perder de vista que el impulso de esta norma no ha sido del PP ni solo del PSOE, sino, básicamente, de las fuerzas políticas que en su momento votaron la investidura del presidente José Luis Rodríguez Zapatero --PSOE, ERC e ICV-- y muy especialmente de los partidos que entonces gobernaban la Generalitat de Catalunya. Convendría no olvidarlo porque la suma del PP es importante, pero su impulso no ha sido en ningún caso decisivo.

Asimismo, hay que pensar que el voto en contra de CiU, PNV y EA no pone en peligro su aplicación en los territorios donde gobiernan o podrían gobernar, sino que simplemente afecta al régimen competencial que establece la norma.

Dicho esto, también hay que tener presente que el juego de mayorías y minorías afectará a la aplicación de la nueva ley de dependencia. Va a decidir su ritmo y su profundidad, que de momento aun son una incógnita, digan lo que digan ciertos discursos triunfalistas.