Cenicienta viaja a los EEUU de los 50

La Ventafocs, Cenicienta en castellano, es uno de los cuentos de hadas más famosos de la historia. Su origen, sorprendentemente, proviene de China, pese a que está muy arraigado en distintas culturas y las versiones más conocidas son las de Charles Perrault y la de los hermanos Grimm, aunque lo que lo popularizó definitivamente fue la adaptación cinematográfica de Walt Disney y también ha inspirado óperas, ballets y obras teatrales. Tras tantos siglos con esta historia es lógico que haya relecturas y una de las más originales la ideó hace diez años la compañía La Roda Produccions (Aladdin, #thepopmusical), en clave musical, y trasladando la acción a los años 50 en Estados Unidos. Para celebrar esta década en la que se ha paseado por toda Catalunya y España (en su versión castellana), regresa al Jove Teatre Regina, solo hasta el 2 de abril.

En el escenario vemos al fondo tres grandes pantallas que se utilizarán para las proyecciones y varios elementos como escaleras o sillas y mesas que irán apareciendo en las diferentes escenas. El número inicial es toda una declaración de intenciones, Benvinguts al 1959, interpretado por toda la compañía que parece extraído del musical Hairspray, con el que también comparte su vitalidad y su colorista y variado vestuario. Paralelamente, un locutor de radio irá dando datos a lo largo de toda la obra de los hechos más destacados de ese año.

De la clase al 'diner'

La siguiente escena está ambientada en la clase donde celebran la llegada de un nuevo alumno, Sam (Roger Sahuquillo), mientras que una de las chicas, Anne (Anna Cartoixà) llega tarde y es reprendida por la profesora (Jordi González, que también dará vida a la madrastra). En el aula también se encuentran las dos insufribles hermanastras de la joven, Mery (Alicia Olivé) y Peggy (Délia Benito), y el chico más extrovertido del grupo, Scott (Guillem Martí) y juntos celebran el inicio del curso con Comença l’institut.

El flechazo entre Sam y Anne, llegará con el románico Ventafocs in love, poco antes de que el locutor recuerde la llegada de la televisión en color, las películas Disney o los musicales de Fred Astaire o Gene Kelly. El siguiente decorado será el Yesterday, un clásico diner norteamericano, un restaurante que regenta la madrastra y donde explota trabajando a Anne quien, además, se encarga de las tareas del hogar y se burla de la chica cantando Reines elegants. Paralelamente, sus insoportables hermanastras presumen de poder ir a un concierto de Little Richard mientras ella debe quedarse allí.

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El béisbol y la gran fiesta

En una escena que parece emular al Fantasma de la Ópera, la protagonista evoca a su padre difunto (Ets present a cada instant), que la anima a que saque a relucir toda la fuerza que tiene en su corazón. El locutor repasa los éxitos musicales del año desde Jerry Lee Lewis a Elvis Presley mientras los chicos se preparan para el gran baile de máscaras, donde se escogerá a los dos mejores cantantes que podrán ganar una beca para estudiar en la prestigiosa escuela de artes neoyorquina de Juilliard. Supone el reencuentro entre los dos enamorados al ritmo de Papellones.

El béisbol es el tema principal del siguiente número, deporte al que juegan los chicos y donde animan las chicas y todos cantan y bailan Prínceps (el nombre del equipo) de l’infern. La gran fiesta de las máscaras y la canción está a punto de empezar, pero Anne no podrá asistir, sus hermanas le toman el pelo y se burlan de ella, pero la aparición de su hada madrina lo cambiará todo con su magia. Las proyecciones tendrán un papel importante en este tramo final para favorecer los trucos y donde un jurado imaginario será el encargado de valorar las actuaciones y, ¡claro! también habrá un zapato extraviado que encontrará Sam y cuándo se pregunta de quién será, los niños del público suelen hacerle un spoiler.

Un final a todo ritmo

El desenlace se celebra con alegría recurriendo a la animada canción inicial mientras la platea se une a la fiesta. Este montaje destaca por la energía de esta simpática adaptación cincuentera con ecos de Grease que ha hecho el director, Dani Cherta; por las canciones de Keco Pujol, que ha mimetizado el género con claras referencias a otros musicales, pero a su manera; el vestuario, repleto de colores, de Antonio Harillo o los nostálgicos decorados de Ximo Díaz. Un espectáculo que divertirá a los peques pero que también provocará más de una sonrisa de complicidad entre los adultos. Una Ventafocs que podría apellidarse Newton-John.