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Estrasburgo, la capital de la Navidad

Desde hace más de 400 años, los mercados de la ciudad francesa sumergen al visitante en un ambiente mágico hasta Nochebuena

El Mercado de Navidad de Estrasburgo.

El Mercado de Navidad de Estrasburgo. / periodico

Laia Zieger

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¿Quieres sentirte en un cuento navideño? No necesitas alcanzar el Polo Norte. A menos de dos horas de Barcelona, Alsacia se convierte cada año durante la época del Adviento en un destino concurrido por los amantes de las tradiciones de estas fechas señaladas que, aquí, se viven con fervor. Estrasburgo cuenta con uno de los mercados de Navidad más espectaculares del mundo.

Desde hace más de 400 años, la ciudad sumerge a lugareños y visitantes de todo el mundo en el ambiente mágico de estas celebraciones. El casco antiguo, con la catedral de Notre-Dame y el gran abeto de la plaza de Kléber (el más grande de Europa, con 30 metros de altura y kilómetros de guirnaldas) como protagonistas, se convierte en un lugar repleto de espléndidas decoraciones y miles de luces que invaden el espacio urbano. Todo brilla, todo deslumbra, todo emociona. Por ello, Estrasburgo ostenta el preciado título de Capital de la Navidad

Una decena de mercados diferentes

La ciudad se convierte hasta Nochebuena en una gigantesca amalgama de casetas que conforman una decena de mercados diferentes. El más antiguo y famoso es el que de la plaza de Broglie, conocido como el Christkindelsmärik (que en alsaciano significa ‘mercado del niño Jesús’), donde se encuentran desde abetos naturales hasta decoraciones navideñas para el hogar, figuras de pesebre, juguetes, objetos y complementos para regalar y, sobre todo, decenas de puestos dedicados a saciar cualquier antojo a golpe de dulces o comida rápida local: ‘bretzel’, pasteles, bombones, gofres, crepes, chucrut, vino caliente, ‘tarte flambée’ harán las delicias de cualquier ‘foodie’. Tanto es así que solo al respirar sus aromas se empieza a salivar. El mercado de la plaza de Gutenberg expone tradiciones culturales, artesanas y culinarias del país invitado en cada edición, que este año es Líbano. 

En Alsacia vale la pena visitar otros dos mercados. El de Colmar, conocida como ‘la pequeña Venecia’ por sus canales, seduce por sus instalaciones lumínicas y la calidad de sus productos, y el del pueblecito medieval de Riquewihr, perdido entre viñas, parece sacado de un cuento de los hermanos Grimm: en la calle principal se suceden casitas de madera con artesanos del cuero, la madera o la plata.