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'La mascarada': el baile del aguacate

La obra es una mordaz crítica al postureo, una comedia más oscura de lo que parece

'La mascarada', en el Teatre Akadèmia.

'La mascarada', en el Teatre Akadèmia. / periodico

Aída Pallarès

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Es la profesión del siglo XXI, la industria del postureo. La de hago-foto-luego-existo, la del ‘hashtag’ en inglés, la frase motivacional y los ‘stories’ a diestro y siniestro. La factoría de la hipocresía y lo políticamente correcto. ¿Quién quiere ser astronauta, arqueólogo o médico cuando puede ser ‘influencer’? No es casual, pues, que este negocio que reinventó la publicidad en redes sociales mueva más de 1.000 millones de euros al año. Los ‘influencers’ son, o por lo menos así lo creen Els Pirates Teatre, como los nuevos ricos de la aristocracia de antaño. Un mundo de engaño, lujo y apariencia. 

Escrita en 1670 por encargo del rey Luis XIV, ‘El burgués gentilhombre’ es una de las obras maestras de la comedia ballet, un género dramático, musical y coreográfico creado por el mismo Molière que mezclaba música y danza y narraba sucesos contemporáneos. En la pieza -poco representada en Catalunya, por cierto-, el popular dramaturgo francés, critica los problemas entre las clases sociales en la Europa del siglo XVII y las modas y usos de la época. Lo hace, eso sí, con altas dosis de ironía y juegos de palabras. No es casual, pues, que cuando cayó en manos de la joven pero veterana compañía, optaran por acercar la historia de ese pobre hombre loco por relacionarse con la aristocracia a la actualidad. 

Paralelismo con los 'influencers' y las redes sociales

Paralelismo con los 'influencers' y las redes socialesSe trata, eso sí, de una adaptación parcial. ‘La mascarada’ sigue siendo una comedia de época, la historia es la misma, pero con algunos guiños a la actualidad que, si no fuese por la escenografía y el vestuario -de época pero contemporáneos-, podrían verse como anacronismos. Jourdain, por ejemplo, decide estudiar danza, filosofía y música pero con el objetivo de ser una persona influyente y conquistar a una ‘influencer’. En cambio, El Gran Turco se transforma, muy acertadamente, en una familia que venera los aguacates, ese fruto imprescindible de todos los desayunos sanos y ‘cuquis’ que aparecen por Instagram. El resultado, aunque no chirría demasiado, no es ni chicha ni ‘limoná’. Ni de época ni contemporáneo. 

¿Necesitaba la obra de Molière un filtro de actualidad? ¿No vivimos, como critica la pieza, en un mundo lleno de apariencias y expertos de tres al cuarto? ¿No estamos demasiado pendientes del qué dirán? El paralelismo con el mundo de los ‘influencers’ y las redes sociales es más que evidente. Ha faltado, quizás, más riesgo por parte de la compañía que, aún así, sigue convirtiendo en oro todo lo que toca. O casi. Els Pirates Teatre tienen una marca propia y, también en este caso, son sinónimo de entretenimiento y diversión a raudales. 

El talento de sus intérpretes, sobre todo Laura Aubert y Ricard Farré, que vuelven a demostrar su inefable vis cómica, la música en directo y la imaginación y agilidad con la que resuelven el desdoblamiento de personajes y los cambios en la escenografía convierten ‘La mascarada’ en una mordaz crítica al postureo. Una comedia más oscura de lo que parece.