TEATRO

'Europa bull': un imperdible de la temporada

Jordi Oriol y la compañía Indi Gest presentan una sátira desaforada sobre Europa en la Sala Petita del TNC. Un montaje ingenioso al que la palabra polisémico se le queda corto

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José Carlos Sorribes

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Hay montajes que marcan un antes y un después en la carrera de un director. Lo que se suele llamar un punto de inflexión. Es lo que ha hecho Jordi Oriol con su compalía Indi Gest en Europa bull,Europa bull el espectáculo ganador del premio Quim Masó del pasado año. Oriol había parido hasta ahora obras de menores dimensiones en las que había dejado muestras de un talento y una capacidad para el juego teatral, sobre todo con el lenguaje, que le habían convertido en una voz propia del teatro catalán. Una personalidad renacentista por su condición de director, músico, actor y dramaturgo.

En Europa bull ha dado un paso de gigante con un montaje ambicioso, monumental, frenético, ingenioso hasta la saciedad y al que la palabra polisémico se le queda corto. Lo ha hecho junto a uno de sus socios en Indi Gest, Carles Pedragosa. Para no ser menos que Oriol, su tarjeta de presentación dice que es actor, músico y compositor. ¿Y de qué va Europa bull? El título da pistas. «Europa viene a ser un gran parque temático: la representación estéril de lo que había sido, las ruinas de algo a lo que habíamos aspirado», explica Oriol en el programa de mano.

El mito y la vaca Penka

Esa mirada ácida, crítica, una sátira desaforada, arranca en una comisión de cultura europea que ha de preparar un acto conmemorativo sobre el euro. Es solo un punto de partida. Porque a partir de ahí se mezcla, por ejemplo y sin complejos, el mito fundacional (el de un dios del Olimpo, que se enamora de una fenicia llamada Europa y la rapta bajo el aspecto de un inmenso toro) con la noticia –real, no fake news– de que funcionarios búlgaros de la aduana con Serbia detuvieron en mayo del 2018 a una vaca llamada Penka por haber entrado en la UE de manera ilegal. ¿Un delirio? Control de fronteras, lo llaman. La explosiva mezcla va de la Roma clásica a la actualidad, pasando por RobespierreNapoléon o un Karl Marx que pujolea. O guiños acerados a la realidad política española y catalana. De Rajoy a los CDR.

Porque en Europa bull está la mejor tradición del comediante catalán, la que va de Els Joglars a Polònia. Mucha mala leche que nunca viene mal para oxigenar un poco el ambiente. Y no solo eso, también bebe del gran teatro centroeuropeo, por ejemplo del Jan Fabre de Belgian rules. Oriol cuenta, además, con un reparto enorme que se somete, en las dos horas que dura la obra, a un tour de force que te deja sin aliento entre tantos cambios de personaje y de vestuario.

El elenco es como el chiste –también una metáfora del montaje– del alemán, el inglés, el español, el francés... Porque comparten escenario, aparte del propio Pedragosa, un intérprete tan solvente y con tanto currículo como Joan Carreras, con un músico de San Petersburgo (Sasha Agranov) o el no menos polifacético Karl Stets, de nacionalidad danesa. O la bailarina de La Veronal Anna Hierro y la actriz Olga Onrubia.

Ellos y ellas se llevan la máxima nota en un espectáculo que tiene, con algunos lógicos altibajos, una sucesión de grandes momentos. Como el de la admisión de Turkey, pato en inglés, en la UE enlazado con una escena de un Got talent. O la apoteosis final con ecos balcánicos de Kusturica y un toro mecánico en el centro de la escena. Un sindiós. Sin duda, una de las obras del curso.