PEQUEÑOS FORMATOS
'Una habitació buida': la memoria tiene un precio
Este musical intimista de ciencia ficción que se representa en El Maldà te hace salir feliz del teatro
¿Me aceptáis un juego? Cerrad los ojos. Imaginad una habitación vacía. Una habitación en la que podemos encontrarnos o reencontrarnos con personas que ya han muerto. Con nuestros seres queridos o ese ídolo con el que siempre hemos querido tomarnos un café. Una habitación en la que todo es posible. ¿Quieres saber cómo se conocieron tus padres? ¿Quieres volver a ver la final de Wembley? Solo tienes que pagar y entrar. Bienvenidos a la habitación vacía.
Este es el punto de partida de ‘Una habitació buida’, un musical de ciencia ficción producido por la joven compañía Llançat y firmado por tres consolidados de la escena catalana. En la dramaturgia, Marc Artigau. En la música, Clara Peya. Y en la dirección escénica, Joan Maria Segura. Tres nombres que, ya como taller final de curso de la escuela Eòlia hace más de un año, ayudaron a convertir este pequeño musical intimista en algo más que un ejercicio de talentos emergentes. Estamos, sin duda alguna, ante un espectáculo robusto, con las aristas y excesos de quien está empezando, pero que nos permite descubrir una compañía que dará que hablar.
Conducido por una narradora
Un montaje conducido por una narradora (magnífica Carla Pueyo) que nos recibe y nos invita a entrar en un cuento que empieza en una sala de espera, en un futuro incierto pero identificable. Los protagonistas son tres: Iona, que quiere conocer a su madre; Néstor, que se pasa el día componiendo canciones con John Lennon, y un personaje sin nombre, que lleva una pistola, un saco en la cabeza y se odia hasta lo más profundo. Tres historias, tres motivos para entrar en una habitación vacía.
Poco a poco, las tramas se van uniendo y los cabos, atando. De manera que la inicial distopía futurista se convierte en un melodrama sobre el tiempo, las relaciones familiares y las ya no tan nuevas tecnologías. ¿De qué sirve un recuerdo si lo hemos soñado? ¿De qué sirve cantar con tu ídolo si solo buscas, si solo necesitas, desesperadamente, la calidez de un abrazo?
Texto eficaz y solvente
Artigau ha trazado un texto eficaz y solvente que, a pesar de tirar de algunos tópicos, consigue emocionarnos y mantenernos en vilo. Con ecos de la futurista ‘Alba’, que pudimos ver hace un año en el Teatre Nacional, y la primera temporada de El ministerio del tiempo. Con trasfondo y moraleja final, como los cuentos que él mismo narraba en RAC1. Un texto que, unido a la maravillosa música de Clara Peya (suave pero desgarradora, con la grandeza de ‘Rent’ y el intimismo de ‘Mares i filles’), ensalza el espectáculo.
Hasta el punto de hacernos olvidar flaquezas interpretativas y cierta previsibilidad narrativa. Quizá porque, aquí, todo está al servicio de la narración, todo tiene un mismo objetivo: Emocionarte, contarte una buena historia. Que salgas, como sales, feliz del teatro. Con una sonrisa amarga pero dulce, cantando, recordando y pensando qué harías tú en una habitación vacía. Con quién te encontrarías, a quién abrazarías, a quién verías una última vez. ¿Jugamos?
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