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'Largo viaje hacia la noche', de lo íntimo y lo épico

La segunda película del chino Bi Gan ofrece un cautivador misterio y algunas de las imágenes más sorprendentes del cine reciente

Largo viaje hacia la noche

Largo viaje hacia la noche / periodico

Nando Salvà

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La segunda película del joven prodigio Bi Gan se llama 'Largo viaje hacia la noche' pero no tiene nada que ver con la obra homónima de Eugene O’Neill; sí trae a la mente, en cambio, títulos como 'Mulholland Drive', de David Lynch, o 'Tropical Malady', de Apichatpong Weerasethakul, o 'Stalker', de Andrei Tarkovsky. Pero su principal referente parece ser el cine de Wong Kar-wai. Queda claro en esa narración que envuelve cada imagen de melancolía, en la seductora atención al detalle, sobre todo en la obsesión con el tiempo perdido.

El 'highlight' de este cautivador romance 'noir' es un plano secuencia de casi una hora de duración que fue rodado sin cortes y posteriormente convertido al formato 3D. Constituye su segundo acto, y sin duda es uno de los mayores hitos técnicos y sensoriales logrados por el cine reciente.

Por lo que respecta al primer acto de 'Largo viaje hacia la noche', se compone de planos y secuencias individuales más cortos, pero su progresión es igual de fascinante: avanza de forma libérrima entre lo real, lo recordado y lo imaginado -imágenes como una cascada que empieza a brotar de una pared de cemento o una mujer que camina sobre la superficie de una piscina-, tratando el tiempo cinematográfico como un juego en el que no hay reglas. Contemplándola, lo lógico es que el espectador en algún momento se pregunte si se está perdiendo algo. La respuesta es irrelevante.

Lo que pasa en esa primera mitad puede resumirse así: un hombre vuelve a su ciudad natal tras la muerte de su padre y, a medida que revisita localizaciones conocidas -un restaurante regentado por su madrastra, un túnel que se entrevé a través de un manto de lluvia, un viejo edificio inundado sobre cuyos muros ondulan hechizantes patrones de luz-, se adentra más y más en el pasado, y en recuerdos como un amigo de infancia que murió a manos de un gánster o, por supuesto, una hermosa amante ya desaparecida.

Te preguntarás si has visto la película o la has soñado

Y, llegado el momento, el hombre entra en un cine y se pone unas gafas 3D, y eso significa que nosotros debemos hacer lo mismo. E inmediatamente somos transportados a un paisaje nocturno deslumbrante a través del elegante movimiento sostenido de la cámara, que acompaña al hombre cuando emerge de una caverna, conduce una motocicleta a lo largo de una carretera y luego se desliza hacia una aldea de montaña y llega a unos billares.

A partir de ahí se suceden más encuentros sorprendentes, y más situaciones tan aturdidoras, y tan hipnóticas, que al salir del cine es probable que te preguntes si realmente has visto la película o simplemente la has soñado. 

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