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'La portuguesa': encadenada pero libre

Aunque ambientada varios siglos atrás, la exquisita adaptación literaria de Rita Azevedo Gomes, es una metáfora plenamente vigente

'La portuguesa': Encadenada pero libre

'La portuguesa': Encadenada pero libre / periodico

Nando Salvà

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La portuguesa que protagoniza 'La portuguesa' es una joven que acaba de casarse con un aristócrata llamado Von Ketten y que, durante la larga luna de miel, da a luz. Tan solo unos días después, Ketten marcha a batallar contra el episcopado de Trento en el norte de Italia –nos encontramos en un momento indeterminado del siglo XVII o XVIII–. En lugar de volver a su tierra, la mujer se instala en una mansión ruinosa en lo alto de una montaña para esperar a su marido, que podría tardar años en volver o incluso no regresar nunca; mientras lo hace se dedica a cuidar de su hijo, añorar su hogar y tratar de adaptarse a las personas y los animales que la rodean.

Pasan muchos años antes de que Ketten –o lo que queda de él– regrese. Cuando lo hace, el reencuentro no es cariñoso. Para él aquella mujer no solo es una carga, sino que llegará a convertirse en una amenaza a su orgullo y su virilidad. Y, poseído por los celos, se ve obligado a tomar medidas para espantar a posibles rivales amorosos.

Basándose en una de las historias que componen 'Tres mujeres', del austriaco Robert Musil, la directora Rita Azevedo Gomes hace avanzar el relato adoptando modos inconfundiblemente teatrales, aunque contrarrestados con interpretaciones hieráticas. En el proceso, además, la película pone en duda su propia cronología a través de anacronismos en el vestuario y contrastes entre arquitectura y decoración, y de interludios musicales multilingües. A causa del ritmo lánguido al que lo hace, para algunos espectadores sus dos horas y cuarto de metraje pueden convertirse en una prueba de resistencia.

Cuestiones de género

Incluso estos últimos, eso sí, encontrarán deleite en esas deslumbrantes composiciones que, en escenas como una simple comida, o una caminata en el bosque, o la intimidad de un baño femenino, asemejen la película a una sucesión de pinturas de Vermeer. Y reconocerán las pertinentes cuestiones de género que Azevedo Gomes filtra entre los significantes de época y los destellos de surrealismo. No es casual que, traducida al castellano, la palabra 'ketten' signifique cadena.

Sobre el papel, la heroína de 'La portuguesa' es una prisionera, tanto de su matrimonio como de un tiempo en el que toda mujer que pensara de forma distinta o vulnerara el orden social impuesto era merecedora de rechazo y castigo. Pero, en realidad, es mucho más libre que esos hombres que necesitan exhibir su virilidad para compensar la impotencia que sienten. Una mujer firme, fiel a sus principios, y señora de su destino. 

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