TEATRO

'El chico de la última fila': en primerísima fila

La Beckett presenta uno de los grandes textos del aclamado dramaturgo Juan Mayorga, en un brillante montaje de Andrés Lima con un equipo interpretativo a igual nivel. Un 'must' del curso teatral

'El chico de la última fila': En primerísima fila

'El chico de la última fila': En primerísima fila / periodico

José Carlos Sorribes

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Sobre maestros y discípulos. Sobre padres e hijos. Sobre personas que ya han visto demasiado y sobre personas que están aprendiendo a mirar. Sobre la vida y la literatura. ¿Quién mejor que su autor para hablar de un texto?  Sobre estos puntales se asienta 'El chico de la última fila', según Juan Mayorga. Hoy todo un académico de la Lengua que, cuando estrenó la pieza en el 2006, era un dramaturgo de un potencial más que confirmado posteriormente y con un pasado como profesor de matemáticas en un instituto.

Esa huella se ve reflejada en 'El chico de la última fila', un texto maravilloso que captó la atención del director francés François Ozon. Lo llevó al cine en el 2012 con 'Dans la maison' (En la casa), ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián. Nos presenta a un profesor de literatura que halla en uno de sus alumnos, el que se sienta al final del aula, a alguien en quien vehicular viejas frustraciones.

Entre la mediocridad del resto, autores de redacciones infames, emerge su figura literaria por una afilada capacidad de observación. Claudio, así se llama, se dedica a describir la vida y familia de uno de sus amigos de clase, Rafa. Lo hace por entregas y, con tanta habilidad, que despierta en su profesor, y en la mujer de este, el placer enfermizo de observar una vida ajena por una mirilla.

Mayorga abre en 'El chico de la última fila' un abanico de infinitos pliegues, un preciso ejercicio teatral que interpela al espectador. ¿Claudio realmente conoció al detalle los avatares de la familia de su amigo? ¿O todo es fruto de la ficción, de su imaginación, de la fuerza de la literatura? Qué más da. Alumno y profesor logran que nosotros, como espectadores, también queramos entrar en las vivencias de una aburrida familia burguesa.

La Beckett ha reabierto con éxito sus puertas a un viejo conocido. Mayorga ya estrenó en la época de Gràcia 'Cartas de amor a Stalin' y 'Animales nocturnos', y ha vuelto ahora  con un cómplice, Andrés Lima. Ambos compartieron grandes días en la añorada compañía Animalario y reiteran esa sintonía. Porque Lima firma una atmosférica puesta en escena que, por ejemplo, pasa de un espacio a otro con soluciones dinámicas y sencillas solo en apariencia. Beatriz San Juan, otra de la cuadrilla de Animalario, apuntala esa puesta con su escenografía, igual que lo hacen la iluminación de Marc Salicrú y el espacio sonoro de Jaume Manresa.

Cuatro ilustres y dos noveles

El talento de Mayorga y Lima precisaba de un elenco a su altura. Y el director lo modela en un equipo con cuatro ilustres y dos noveles. De los veteranos, Sergi López se estrena con el teatro de texto, el de fórmulas convencionales. Tiene tantos recursos el actor de Vilanova que a veces incluso abusa, pero es un lujo verle como Germán, el profesor. Míriam Iscla, siempre en su sitio, saca todo el partido que tiene el rol de su mujer.

También lo hacen David Bagés, el padre de la familia observada, y la extraordinaria Anna Ycolbazeta, como su mujer y la madre de Rafa. No necesita ni moverse para dar toda la dimensión a su personaje. Guillem Barbosa es todo un descubrimiento con su intepretación dinámica y a cara descubierta del turbador y magnético Claudio. A su lado, Arnau Comas nunca desfallece como el amigo. Un aplauso de pie para todos ellos.