APRENDIZAJE VITAL

3 enseñanzas de Confucio para vivir mejor

El profesor Michael Puett y la periodista Christine Gross-Loh nos acercan en 'El camí' el pensamiento de los filósofos chinos de la Antigüedad

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Imma Muñoz

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Este libro ayuda a vivir mejor, pero no es un libro de autoayuda. Comparte algunas cosas con estos, como la voluntad didáctica, el tono desenfadado, la mano tendida al lector, pero es resultado de un curso sobre filosofía china impartido en Harvard, y tiene todo el rigor que se le presupone a una institución académica (¡La Institución Académica!) como esa.

'El camí' (que acaba de editar, en catalán, Àtic dels Llibres) nace de una clase que acabó con una periodista, Christine Gross-Loh, con la boca abierta. No era la primera vez que Michael Puett, el profesor, causaba ese efecto en el alumnado, pero es que esta alumna no era fácilmente impresionable: colaboradora de 'The Wall Street Journal' y 'The Guardian', entre otros medios, Gross-Loh es doctora en Historia de Asia Oriental por la misma universidad donde enseña Puett, y si había vuelto a las aulas era con un encargo: descubrir por qué la asignatura de filosofía china era la tercera más demandada en Harvard, tras las inevitables Introducción a la Economía e Informática.

Salió de la clase con la respuesta: Puett. Por conocimientos, sí; por pasión, también, pero sobre todo porque hacía ver a los jóvenes del siglo XXI que las enseñanzas de los grandes filósofos chinos «son tan relevantes hoy en día como hace dos mil años», escribe Gross-Loh. De hecho, abunda, lo son «más que nunca». A cuatro manos, y sin ecos de palabrería 'coelhiana', periodista y profesor muestran la vigencia de esas miradas arcanas sobre el mundo.

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La combinación de «Confucio» y «frases célebres» da en Google resultados espectaculares. Hay páginas que ofrecen 101 sentencias del filósofo, y hasta 150, de una tacada. Absténganse quienes esperen encontrar algo así en este libro: aquí no hay recetas, hay reflexión. Lectura sosegada, lápiz en mano, y tras ella, entonces sí, conclusiones. Sobre Confucio, estas son algunas de las mías:

1. LA FIDELIDAD A UNO MISMO PUEDE SER UNA TRAMPA

Ahora tal vez alguien haya cortocircuitado. Pero ¿cómo? ¿Descubrir nuestra verdad, quiénes somos en realidad, y actuar en consecuencia no es la base de la felicidad? Para Confucio, el mundo es fragmentario y caótico, y nosotros, como parte del mundo, no distamos mucho de esa parcelación. Así que lo que creemos que somos es solo «la imagen de quiénes somos en un momento y en un lugar en concreto». Tomar la decisión de que somos eso es ponerse esa etiqueta («soy impulsiva», «soy insegura», «soy cascarrabias»), y de ahí a la profecía autocumplida... Nuestro yo es maleable, y ser consciente de ello es vivir sin corsés asfixiantes, con una flexibilidad que nos permita crecer y mejorar las relaciones con nosotros mismos y con los demás.

2. SIN PEQUEÑOS GESTOS NO HAY GRANDES CAMBIOS 

O la importancia del «por favor» y el «gracias». El punto de partida de las reflexiones de Confucio no es una pregunta de alto vuelo filosófico, sino algo que cualquiera podría contestar: «¿Cómo vivimos en el día a día?». Tirando de este hilo, el pensamiento se hace más y más complejo. Del mismo modo, para cambiar el mundo, debemos empezar por nuestro comportamiento cotidiano en nuestro entorno. Un «por favor» y un «gracias» nos igualan, dinamitan barreras, difuminan estratos sociales. Lo que hoy nos parece una obviedad, no lo era en el año 500 a. C., cuando él ejercía su magisterio, y hoy tenemos nuevos retos que convertir en obviedad.

3. NO HAY NORMAS PARA SER BUENO

La bondad, para Confucio, no sigue unas pautas universales inamovibles, sino que depende de nuestra capacidad de comportarnos de modo que demos lo mejor de nosotros a los demás y saquemos lo mejor de ellos. Fuera rigideces:concepto líquido, diríamos en el siglo XXI. Pero, en el fondo, estamos diciendo lo mismo.

Confucio no es el único filósofo chino cuyo pensamiento transportan a nuestros días Puett y Gross-Loh: MencioZhuangziLao-Tsé y Xunzi también viajan en el tiempo. ¿Os atrevéis a sacar vuestras propias conclusiones? Seréis 2.500 años más sabios.