La rueda

Diez años sin Joan Brossa

JOSEP-MARIA Terricabras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Desde el martes, hace ya diez años que estamos de luto. El 30 de diciembre de 1998 murió un poeta. MurióJoan Brossa.Hoy, su vida nos recuerda lo que los grandes poetas siempre han mostrado: que ser poeta no es saber escribir versos o saber escandirlos. Esto puede aprenderse fácilmente en un libro o en la escuela, pero ningún libro ni escuela del mundo han llegado nunca a crear un solo poeta. Para serlo, hay que saber mirar, entender y hablar: hay que saber vivir. Y de esto solo se sabe cuando se es capaz, al tiempo, de sumergirse en el lenguaje y de auscultar los sonidos de la calle y del silencio. ComoBrossa.

En nuestro país, todo el mundo se atreve a escribir versos. Demasiada gente se cree que sabe hacerlo. Pero un poeta no lo es porque haga versos, sino porque mira el mundo como un poeta. La suya no es nunca una mirada ya vista, la de alguien que simplemente sabe mirar, sino que es una mirada que se afana por ver y adivinar, capaz de mostrar lo que no se ve. La mirada del poeta es un mirar que, si quiere iluminar algo, primero tiene que atravesarlo. ComoBrossa.

Él ha sido, y es, un grandísimo poeta, con un dominio sorprendente de la mirada y del lenguaje, tanto cuando hace poesía para ser leída, como cuando hace poesía visual o escénica. Al rigor técnico y a la frescura de ideas, une --aparentemente sin esfuerzo-- un sentido crí- tico agudo, perspicaz, inesperado, hasta desconcertante.Brossaes capaz de sorprenderse y sorprendernos con palabras e imágenes. ConFrègoli,dice que "el arte es vida, y la vida, transformación", que la relación de los humanos con la realidad es fluida y cambiante, que la realidad lo es. Pero esto no lo hace distante, sino muy próximo. Sabe demasiado para aceptar que "si no hablas de obreros y chimeneas", ya no eres un poeta social. Él sabe --¿cuántos como él?-- que un poeta siempre es un revolucionario.

A finales de año,Joan,como un arlequín divertido, astuto, irreverente, hizo reverencia de despedida. Yo también "quisiera recitar la mitad de un soneto y que pasara algo". Aunque, bien mirado, ya es mucho lo que nos ha pasado. ¡Por nuestra vida ha pasadoBrossa!