Toma pan y moja

El restaurante de Barcelona que todo el mundo recomienda, por Òscar Broc

Es una casa de comidas de aura legendaria. Un espacio que convence a 'foodies', críticos y gastrónomos de la vieja escuela por igual

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Òscar Broc

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He ido a incontables restaurantes de Barcelona a lo largo de los años, pocos me faltan por conocer, pero por alguna razón que no alcanzo a comprender no había ido nunca a Casa Mari y Rufo (Freixures, 11), justo al lado del mercado de Santa Caterina. Mari y Rufo es uno de esos restaurantes que todo el mundo te recomienda, un espacio que convence a 'foodies', críticos y gastrónomos de la vieja escuela por igual, una institución que no necesita la ayuda de agencias de prensa para triunfar, se basta con alimentar el boca-oreja merced a su aura legendaria. Mi primera vez, sí, y la pregunta que me asalta desde entonces: ¿por qué había tardado tanto en visitar un sitio tan especial?

Caos y jolgorio

En estos tiempos de restaurantes-espectáculo, barras de sushi para pijos y platillos instagrameables, Mari y Rufo es un elemento punk que se resiste a encajar en los nuevos tiempos. Es imposible no amarlo. Gran parte de su encanto radica en su alergia a cambiar y en el espectáculo auditivo que también ofrece su equipo. La plancha ruge durante todo el servicio, la sala interior es tan ruidosa que tienes que desgañitarte para pedirle el pan a tu compañero, las sillas y las mesas no son precisamente de diseño… Es una casa de comidas atropellada, caótica y maravillosa en la que cualquier penuria es poca con tal de vibrar con sus increíbles bandejas de marisco y pescado

Sí a los restaurantes ruidosos. Sí al caos y al jolgorio. Sí a los lugares que anteponen el producto y la calidad humana a los tártares de atún con aguacate y al “hola, chicos”. Sí al producto de verdad, sin milongas. Sí a la autenticidad por encima de todo. Lo agradecerás: pon un Mari y Rufo en tu vida, aunque sea tarde como es mi caso.

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