Toma pan y moja

Pizza mareada, por Òscar Broc

Se trata de uno de los grandes misterios sin resolver del universo ‘delivery’: la pizza te llega a casa con todos los ingredientes acumulados a un lado del disco

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Òscar Broc

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El otro día cometí un error que no se volverá a repetir: se me ocurrió pedir pizza a domicilio. Medio limón en la nevera, hambre de lobo, badulaque cerrado… Todos los factores jugaron a favor de tan riesgoso acto. Al conflicto moral que supone recurrir a ciclistas explotados, se le sumó lo arriesgado de la apuesta. La culpa es solo mía. Como buen animal de bellota, tropecé tres veces con la misma piedra, pues aposté por una pizzería con varias sedes en Barcelona que ya me había dado el mismo problema en dos ocasiones.

Es lo que se conoce como pizza mareada. La pizza que, por alguna razón insondable, te llega a casa con todo el queso e ingredientes acumulados a un lado del disco. Como si el repartidor hubiera llevado la caja en posición vertical y se hubiera producido un corrimiento violentísimo de mozzarella por la acción de la gravedad. Una teoría que me resisto a creer; las bolsas de reparto están habilitadas para que eso no ocurra, de ahí que, en mi mundo, se trata de uno de los grandes misterios sin resolver del universo 'delivery'. 

Paranoia margarita

La pizza mareada no es un fenómeno extraño, de hecho es una penitencia que los usuarios del 'delivery' saben que tendrán que soportar de vez en cuando. Forma parte de este peligroso juego. 

Lo curioso de todo esto es que mis últimas tres pizzas mareadas, como he dicho antes, procedían del mismo restaurante italiano, lo que me hace sospechar que el problema no es tanto del repartidor como del cocinero. La paranoia se ha apoderado de mí y cada día estoy más convencido de que mis pizzas ya salen mareadas de fábrica, con dedicatoria. Confieso que me tienta volver a hacer un pedido al mismo restaurante para determinar el alcance de la conspiración. Esto no ha terminado.

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