SENCILLO PERO EFECTIVO

La Conservera: una ensaladilla rusa de clase alta

Es un modesto local del 'upper Diagonal' que sirve platillos a precios asequibles y sabores mediterráneos y chilenos

La sala de 'La Conservera', cuyas estanterías exhiben numerosos objetos 'vintage'.

La sala de 'La Conservera', cuyas estanterías exhiben numerosos objetos 'vintage'. / periodico

Ferran Imedio

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<strong>La Conservera</strong> (Santaló, 30) está en la zona alta. Pero no busques glamur en su sencillo local. Ni precios para gente adinerada. Ni sofisticación en sus platos. Su nombre no engaña. Y sus responsables, el catalán Ramón Torres y el chileno Rodrigo Correa, tampoco. Es un establecimiento donde manda la cocina directa, que juega con conservas, salazones y embutidos. Ideal para tomar un vermut o algo más, porque la carta es corta pero variada y apetecible.

Estos cocineros no van de genios por la vida, pero a la chita callando sirven una ensaladilla rusa que puede considerarse de las mejores del barrio. En su caso, no la preparan con verdura cruda, sino con encurtidos, que es, como explica Torres, la receta que se hacía originalmente en Murcia. 

Libros en las estanterías

A Torres le gusta explicar cada plato, y se nota que tiene pasión, formación y muchas horas de lectura. Basta con echar un vistazo a los libros que tiene a modo de decoración en la entrada y en las estanterías que presiden la sala. 

Pero también posee sentido del humor como se nota cuando ofrece a los clientes sentarse en la mesa alta del fondo para ponerlos mirando a Cuenca (hay un cartel antiguo de la ciudad justo ahí). Y también nostalgia, o gusto por lo 'vintage': esas botellas antiguas de Damm, ese televisor carpetovetónico.

Volviendo a la comida y a la bebida (tiran bien la cerveza, tienen vermut Fot-li y ofrecen todos los vinos a copas), La Conservera también es un buen lugar para disfrutar del 'foie' 'mi-cuit' que preparan ellos mismos "con alma" y que acompañan con mermelada de zurracapote. Y para probar bocados chilenos como el 'causeo' de aguja (un pescado de aguja que reposa en una tostada de pan con ensalada acevichada y que luce como adorno un poco de gel picante y de cilantro) o la 'pichanga' (un plato típico de las cantinas de trabajadores a base de chóped, queso tierno, cebollitas y aceitunas kalamata).