La casa viral de Papá Noel en Badalona vuelve a lo grande

“Este año, le hemos hecho sombra al alcalde de Vigo”, asegura con orgullo Cristian (@el_pirata_del_maresma, en Instagram), propietario de la casa más viral de estas fiestas. “Estamos en el número 9 de la calle Montjuïc de Badalona”, señala. No hacen falta demasiadas indicaciones: al cruzar una esquina, se divisa un haz de luces que ni sobrevolando Las Vegas. Es La Casa de Santa Claus, un domicilio privado que, por segundo año consecutivo, se ha llenado de más luces, música y espectáculos que la plaza Rockefeller. 

Su éxito empezó el año pasado cuando, tras las descafeinadas fiestas pandémicas, decidieron compensar con unas navidades a lo grande. La idea surgió como un evento para los vecinos, pero la magia de Internet obró un milagro navideño y viralizó el vídeo que grabaron para presentar la iniciativa. Al final, su jardín acabó más transitado que los de Versalles: hasta 2.000 personas se pasaron para ver las luces y dar las cartas a Papá Noel. “Calculábamos unas 200 personas. Hubo tantísima gente que se hicieron colas de una hora”, recuerda.

Con ganas de superarse, han vuelto a montar su pequeño oasis festivo. Y gracias al éxito cosechado en la anterior entrega, “hemos conseguido el apoyo de 35 empresas patrocinadoras, entre las que se incluyen McDonald’s o el Club de Fútbol Badalona Futur, para montar un evento a lo grande”. Tan grande, que hasta Papá Noel llegó desde el Ártico en helicóptero y se paseó en Ferrari, todo por cortesía de entidades privadas. 

Eso sí, esta vez van con la lección aprendida, y han decidido reducir aforos y mover los espectáculos a diferentes puntos de la ciudad, como el concierto que organizan este domingo, día 18, en el Centro Comercial de Montigalà (Olof Palme, 28-46). 

Aunque la iniciativa de La Casa de Santa Claus ha sido recibida con mucho apoyo e ilusión, también hubo cierta incredulidad. Una de las preguntas que el año pasado más se repetía en las redes era “¿por qué se gastan el dinero en esto?”. “Me han llegado a decir si es que soy traficante y esto lo hago para blanquear”, se ríe Cristian al recordarlo.  

¿Que por qué lo hace? Según cuenta, le apasionan las Navidades y, de paso, quiere dar una lección de generosidad a sus hijos: por eso, la entrada a todos los eventos es gratuita (“todos los niños tienen que poder disfrutarlo, independientemente de su nivel económico”, afirma) y han organizado rifas solidarias para fundaciones benéficas y sociales. “No nos quedamos nada, de hecho, el año pasado perdimos dinero”, recalca ante los comentarios más cínicos.

Según el organizador, ha conseguido todos los patrocinadores a través de las redes sociales. Tras una conversación con él es fácil ver cómo lo ha logrado: con un espíritu de comercial que hasta lograría hacer cantar ‘Jingle Bells’ al Grinch. Su ímpetu es tan contagioso que la fiebre navideña se ha ampliado a todo el barrio, con otras calles erigiendo árboles de Navidad de la mano de sus vecinos. ¿El sueño de Cristian? Convertir el barrio en la Laponia catalana. 

Ya lo decía el año pasado: este proyecto navideño es “un puzzle de ayuda vecinal”. Por ejemplo, los que se esconden bajo los trajes de personajes de Disney son sus hijos. La cantante de villancicos, una vecina. ¿Santa Claus? Lo mismo, un vecino que, casualmente, es modelo de barbas y accedió a hacer el papel de San Nicolás. Eso sí, no te imagines al típico Papá Noel de centro comercial. El de aquí es un modelo de dos metros, con barba lustrosa, un traje moderno y una planta que despierta más pasiones que Pedro Sánchez en las cumbres internacionales. “Hay varias comunidades digitales de barbudos que ya le han descrito como el Santa Claus más atractivo de toda Europa”, asegura. Visto lo visto, más de uno querrá que le pongan en su lista de traviesos. 

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