Conde del asalto

La Primera Cena

Después de meses con la hostelería cerrada por la noche, no será fácil volver a brindar y a explicar chistes o tararear canciones

Cena en el restaurante Marimorena en 2019

Cena en el restaurante Marimorena en 2019 / Ferran Nadeu

Miqui Otero

Miqui Otero

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mucho se habla de La Última Cena y muy poco de la primera. 

La Primera Cena en restaurante, después de muchos meses sin poder hacerlo, promete tener más miga que el episodio evangélico más representado en capiteles, lienzos, cúpulas y calendarios de camión. 

La Última Cena es interesante por muchas razones. En pocas horas depara muchos 'hits' bíblicos, que se suceden con rapidez de 'medley' de Luis Cobos. Es el último atracón antes de la oración en el huerto de los olivos y Jesucristo maneja, como en una serie de Netflix, la prolepsis (esto es, adelantar ahora lo que sucederá dentro de unas horas o episodios). ¿Quién no se va a quedar en una cena donde se sabe que uno negará al anfitrión y el otro lo traicionará? ¿Cómo no va a ser interesante el día en que de repente al jefe le da la ventolera y afirma que el pan que hay en la mesa es su carne y el tintorro, nada menos que su sangre? ¿Qué me decís del detalle de un banquete que, como en una película surrealista de Buñuel, arranca con el capo lavando los pies de los asistentes?

La newsletter de On Barcelona

Dicen que si activas esta newsletter delante de un espejo a medianoche, se te aparece Pocholo y te lleva de fiesta. Ana Sánchez te descubre cada semana los planes más originales de Barcelona.

Suscríbete

Pero ahora imaginemos que pintores renacentistas y caricaturistas de las Ramblas quisieran inmortalizar La Primera Cena después de meses con la hostelería cerrada por la noche. Quizá no nos lavemos los pies entre nosotros antes de acceder a la mesa terracera para cuatro, pero sí que dejamos nuestros zapatos en el rellano durante algún tiempo e incluso fregamos con estropajo paquetes de pasta y ramas de tomate

Ríase usted de las expresiones faciales en cuadros de Caravaggio o de El Greco, cuando vea por fin a sus compañeros sacarse la mascarilla antes de pinchar el primer bocado. Tras meses ocultando el gesto bajo el bozal, la boca, la nariz, la mandíbula habrá desarrollado tics no catalogados

Es probable que nadie coma o nadie hable

Es probable que, de las ganas, nadie coma o nadie hable. Acostumbrados a cenar con vergüenza en casa, quizá verdura hervida, mientras veíamos el 'TN' o el 'Telediario', no será fácil volver a brindar entre bocado y bocado y a explicar chistes o tararear canciones. Se recomienda mirar tutoriales de Youtube de chistes y varias entradas de Wikipedia de personajes curiosos. Algún dato biográfico para cerrar conversaciones incómodas y un breve brindis de homenaje.

Faltará detectar cuál será el Gran Momento de La Primera Cena, claro. El de La Última lo inmortalizó, entre muchos otros, Leonardo da Vinci. Es cuando Jesucristo suelta aquello de: "Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios, porque uno de vosotros me traicionará". Y los discípulos se ponen tan nerviosos como Neymar fingiendo la entrada de un lateral o como ese vecino después de soltar una ventosidad en el ascensor. Se miran con cara de: ¿yo?, ¿Cómo puede ser? El culpable, Judas, hasta vuelca el salero en un aspaviento (de ahí que hasta ahora dé mala suerte).

El momento de pedir la cuenta

No sé, digo, cuál será el equivalente en La Primera Cena. Quizás el momento de pedir la cuenta, que será sin duda abultada (mirad al Judas que finge que tiene que ir al lavabo cuando ve que el camarero trae la cuenta). Lo que sí sé es que algo que coincidirá, que unirá la Última y la Primera, cuando hayan caído algunas rondas de vino será el Mandamiento del Amor: ese "amaos los unos a los otros", que dijo Jesucristo antes de mudarse de barrio, resonará estos días, bravas sobre mesas de zinc y fuentes de carne sobre manteles planchados, en La Primera Cena del resto de nuestra vida.

Suscríbete para seguir leyendo