Conde del asalto

Dàmaris Monumental

Durante meses, hemos tenido que viajar a través de canciones, novelas y pelis

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Miqui Otero

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¿A qué viene esa lagrimilla de emoción despeñándose por la mejilla de ese tipo que acaba de cumplir 41 añazos mientras la cantante infantil más famosa de Catalunya ataca su hit 'Els dies de la setmana' en un concierto al sol el 24 de abril de 2021 en la plaza de toros Monumental?

Respira, que no había signos de puntuación en la anterior frase, y sigamos. ¿Qué hay detrás de ese puchero? ¿Acaba de cortar una cebolla? ¿Es quizás la resaca de Sant Jordi que lo deja sensiblón? ¿Crisis de los 40? ¿Acaso le gusta, a su edad, la música para niños más que para adultos? ¿Le mola más Dàmaris Gelabert que Aretha Franklin? ¿Es que a veces pide menú infantil en los restaurantes? Bueno, la respuesta a la última pregunta es sí (macarrones y libritos), aunque solo a esta. 

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Quizás este tipo de mediana edad, que celebró sus 40 “saliendo” a bajar la basura durante el confinamiento, que llevaba al menos 20 viendo al menos un concierto a la semana, esté emocionado porque es el primer bolo que ve en un año y ya ni recordaba como las líneas de bajo trotonas le resuenan en los pies y los redobles en el corazón y cómo le gusta mirar al público mientras éste mira a la banda en directo. 

Más casero que Epi y Blas

Quizás, también, piense en su hijo, que ahora mismo señala con los índices al escenario, mientras se cimbrea como esos papanoeles a pilas que venden en los bazares por navidad y que luego apaga invisibles colillas con las puntas de sus piececillos twist. Dàmaris Gelabert es su cantante favorita, así que vive este concierto en la Monumental como yo podría vivir que me regalaran un Delorean para viajar al pasado y ver a los Beatles (“los objetivos de los fotógrafos apuntaron principalmente a los tocados capilares”, se dijo en el NODO) en este mismo escenario (¡y a su presentador aquel día, Torrebruno!) un día de julio de 1965. También esta semana se cumple un año justo desde el primer día que permitió pasear a los pequeños después de 45 días de encierro estricto. Poco se habla de ello, pero el caso es que aún ahora si hay mucha gente en la calle el mocoso dice que hay “demasiada” gente y es más casero que Epi y Blas.

Quizás, decía, se alegra por él, después de un año sin visitar espectáculos y, durante muchas semanas, incluso parques. También porque se reconoce en el pequeño: su euforia eléctrica le recuerda a cuando él vio, por ejemplo, a los Fleshtones en la sala KGB, la noche que tocaron subiéndose a la barra y que abandonaron la sala (o eso le dice su memoria) con los instrumentos, sin dejar de tocar para subirse a un taxi.

Zonas que no podías visitar

Hoy, en la Monumental, no hay barras a las que subirse, por las restricciones covid, aunque el padre podría haber ido a por rondas de cerveza y zumo de piña y haber acabado encaramado a una, gritando versos como “el mosquit de Rupit m’ha picat al dit”, ante la atónita mirada del resto. 

En esta canción de Dàmaris, que ya ha aparecido en estas páginas, un mosquito de cada región de Catalunya te pica en una parte del cuerpo (en Barcelona, decíamos ayer, la 'panxona'), y durante estos meses ha servido para recordar las zonas que no podías visitar, de Llinars (nas) a L’Ametlla (orella), de Taüll (ull) a Martorell (turmell). Durante este tiempo viajábamos con esta y otras canciones (algunas adultas). También con novelas o pelis. Hasta el lunes era la única forma de viajar. Y menos mal, estas lagrimitas inapropiadas es que no pueden ser.

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