Ornamentos 'kitsch'

La jungla ornamental

Hay un espectro que recorre la Navidad. No, no hablo del covid. Son los esperpénticos adornos navideños que atacan nuestras retinas desde calles, balcones, portales y escaparates

ONBARCELONA CRONICA ADORNOS NAVIDENOS PESEBRE EN EL BARRIO DEL FARRO

ONBARCELONA CRONICA ADORNOS NAVIDENOS PESEBRE EN EL BARRIO DEL FARRO / Albert Fernández

Albert Fernández

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Leo las noticias apretando una sonrisa. Restricciones, contagios... Y un aumento del 65% en el presupuesto del Ayuntamiento para la iluminación navideña. Lo gracioso no es el 'fail' de rascarse el bolsillo para algo tan accesorio justo en año de miserias pandémicas, sino que no se den cuenta de que no vale la pena. Nuestra mirada siempre se clavará en el neón amorfo, la guirnalda ridícula, el adorno cutre que echa al traste tantas buenas intenciones.

Con el gesto de Grinch bajo la mascarilla, salgo a hacer mi paseo vespertino. Pronto me entrego a mi tradición navideña favorita: el concurso de luces de Navidad. Puntuar mordazmente los diseños luminosos es puro gozo. No entiendo las bolingas de colores apelmazados que predominan este año. Tampoco me fascinan esas cursis mariposas que planean entre estrellas sobre Jardinets de Gràcia. Está bien que al fin nos ahorren aquellos vergonzantes ‘Nyam, Nyam, Nyam’ que flotaban hacía años en la Gran Via, y me provocan cariño esos asteroides feúchos que rodean el Mercado del Ninot, como escapados de un juego Arcade. También regocijan los dorados zigzags que anudan las calles del Gòtic, o esas luminiscentes siluetas de árboles que asoman tras las farolas de Provença.

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Balmes y plaza de Catalunya vuelven a encender adornos

Aunque mi ganadora este año es la calle de Balmes, que, como la plaza de Catalunya, vuelve a encender adornos tras años en penumbra. Las sencillas esferas albugíneas de Balmes dominan desde lo alto la corriente de luces rojas del tráfico, hipnotizando al paseante con su laberíntico mosaico interior. Mención aparte merecen la gran cantidad de motivos pegajosos, con estrellas y árboles y bolas arrejuntadas con exagerado vicio para los tiempos de distanciamiento.

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Luces navideñas en la calle de Balmes. / Albert Fernández

El remate: esos abrazos fraternales que iluminan la fachada del Ayuntamiento. Pretenden contagiarnos esperanza y buenos sentimientos, pero a mí me ponen proxémico perdido. Ya puestos, ¿por qué no añadir un haz de luz donde se lea: 'Merry Crisis'?

Gremlin con camisón de Santa Claus

Más allá de la iluminación, los comercios se lo curran para repartir alegría y atraer al personal con desigual acierto. Resultan idóneos adornos como ese tren de poniente sobre los escaparates de V Bcn, o los enormes Cascanueces de selfi fácil en la puerta de Käthe Wohlfahrt. Pero atravieso la ciudad y veo un Rudolph que comparece confuso en el expositor de una pastelería de Princesa, o ese Gremlin con camisón de Santa Claus que cuelga descacharrado en Galeries Maldà. Los baretos que apuestan por el inflable loco y la guirnalda ochentera, que insisten con el espray de nieve y la canción de Wham!. Las tiendas que se la juegan con un árbol de rejilla de obra y no escatiman en motivos chillones. Esa es mi gente.

Si algo me hace temblar las pupilas en estas fechas son los adornos que afloran en portales y balcones. Ahí sigue ese árbol familiar que luce desde un ventanal modernista de Balmes, las campanas y estampas nevadas en puertas del centro de Les Corts y ese humilde pesebre en el corazón de un árbol en una plaza del Farró. La hipermotivación de vecinos como los de Riera Sant Miquel, todo entusiasmo decorativo, con gazapos como ese muñeco de nieve colgandero que ahora luce desinflado y escuchimizado, me devuelven el candor. Me deshago de mi Scrooge.

Una estrella de Oriente en patinete

Pero entonces me ataca otro invento de la administración, el fantasma de las Navidades presentes. En plaza de la Universitat tropiezo con unas horripilantes representaciones antropomórficas de tópicos navideños: un 'tió' con extremidades, un árbol con cara de 'perver', y el terror absoluto, ¡una estrella de Oriente en patinete! Esprinto a casa acosado por esa radiación de esperpentos navideños, astracanadas lumínicas y bolas rococó. Abro la puerta. Instintivamente conecto las lucecitas tricolores y las veo centellear tontamente sobre mi pesebre de cacahuetes. Respiro tranquilo. 'Merry Crisis'.

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