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"Fui a la Sala Apolo vestido de astronauta y me convertí en la sensación de la noche"

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Intercambio de cromos en el mercado de Sant Antoni

Uno va allí con toda la ilusión del mundo para poder completar sus álbumes pero se encuentra con cosas que sinceramente son una auténtica vergüenza. Desde siempre se ha sabido que en la esquina al lado del banco es donde se intercambian los cromos de fútbol. Pues bien, resulta que se habían puesto dos chavales allí en medio a intercambiar cromos de Pokémon. Lo peor de todo es que los padres no les decían nada. Cosas como estas quitan todas las ganas de seguir siendo coleccionista. No pienso volver a perder el tiempo yendo a semejante farsa de intercambio.

Sala Razzmatazz

No sé cómo acabé allí ni con quién. Ni si me divertí o no. Solo que a las tres de la mañana quise irme a casa pero estaba en una sala conectada a otra sala que a su vez estaba conectada a unas escaleras que conectaban con otra sala sin salida. Volví a los baños, lo que me llevó más de media hora, y pregunté cómo salir, pero como todos estaban borrachos o drogados me guiaron al área de fumadores, la más alejada de la salida. Esperé al cierre para seguir a los demás hasta la calle sin miedo a perderme.

Sala Apolo

Acudí a esta discoteca vestido de astronauta y me convertí en la sensación de la noche. Mis bailes emulando la gravedad cero triunfaron entre las chicas. Ni cuando me caí al suelo y se me llenó la escafandra de vómito dejé de agradar a la gente. Todos se querían sacar fotos conmigo. Mis chistes sobre salir fuera de la nave a arreglar una avería hicieron tanta gracia a los porteros que me acompañaron ellos mismos al exterior en volandas. Más tarde me desperté en un contenedor y, por mucho que avisé a Houston de que tenía un problema, acabé yendo a casa en taxi.

Rubén

Rubén se ha quitado la careta y ha mostrado lo celoso e inseguro que es. Tras años hablándome de lo mucho que quiere a su mujer y lo bien que va su relación, basada en la confianza, vuelve a casa, me ve ayudando a su chica a buscar una lentilla entre las sábanas de su cama y, en vez de agradecérmelo, se pone todo loco. Ni siquiera su mujer diciéndole que no era lo que parecía le hizo entrar en razón. El muy trastornado se llevó a sus hijos a la calle. Con el frío que hacía. Cada día me preocupa más.

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