CIUDAD ON
La meditación guiada más grande de Europa
Hasta Pocholo terminaría aquí en la posición del loto. Meditando por el mundo congrega a multitudes bajo la luna llena en la playa del Bogatell. Han llegado a reunir a 2.000 personas en postura zen
Ana Sánchez
Periodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Ana Sánchez
Dos altavoces expanden música zen con olas de fondo. En unos minutos saldrá una luna llena de postal. Playa del Bogatell. Hoy hace viento. Mucho. En circunstancias normales no te quedarías por aquí sin que parezca que te ha arropado tu madre. Pero no deja de llegar gente sonriente con pareos y esterillas. Se va formando una multitud frente a la orilla. Calma de retiro budista. Hasta Pocholo terminaría en la posición del loto.
«Para cultivar la mente y el espíritu, para eso hemos venido», dice Teresa mientras coloca el pareo. Ya habrá centenares. ¿200? ¿300? «La luna llena anterior había el triple», asegura Tainara. «Llovió, pero nadie se movió», asiente. «Te va a gustar», prometen los reincidentes. «Te quedas más ligero», repiten. Nadie sabe quién lo organiza.
«Namasté, Barcelona». De golpe resuena en los altavoces una voz con tono de dalái lama. «Les voy a contar qué van a ganar en estas meditaciones –adelanta a los neófitos–. Van a lograr ser felices». Y la multitud cierra los ojos.
«Ya es la meditación guiada más grande de toda Europa», claman desde hace meses vía Facebook. Meditando por el mundo, se llama la página. A la sesión bajo la luna llena de hoy se habían apuntado 1.500 personas.
Es la nueva palabra ubicua. El nuevo yoga. Ya tiene más entradas en Google que al buscar a una Kardashian. Hay mil listas de «famosos que meditan» y rankings de «influencers que cuidan tu mente». «Está bien que esa sea la moda y no cosas peores», se ríe Diego. «Mira a la gente –dice emocionado–, toda sale feliz».
Diego es el de la voz con efectos de Trankimazin. Es quien está detrás de Meditando por el mundo. Tiene un apellido a juego: Sant. ¿De Santo? «Sí –se ríe–. Ahí arriba –se apunta a la coronilla– tengo la aureola, ¿no?». Parece que vive con la sonrisa puesta, como el gato del país de las maravillas, el Joker o un funcionario a la hora del café. Lleva una brújula tatuada en el brazo y una palabra en rojo: «Karma». «Es la ley de la vida que más me gusta –dice–. Todo lo que haces vuelve, sea bueno o sea malo».
Argentino, empresario, 40 años. «Estoy por construir un edificio en Badalona», dice como quien va a fichar. «Vengo a trabajar también», se ríe. «Esto lo hago gratis», señala la playa llena de gente sonriente. «Esto es para ayudar».
Diego viene de Miami, allí vivió 9 años. Hace tres que empezó a convocar estas meditaciones bajo la luna llena. «Comenzamos con un grupo de 15 personas –cuenta– y se convirtió en la meditación guiada más grande de América». Han llegado a congregar a 2.000 personas, asegura.
"Lo estaba esperando"
Se vino a Barcelona hace seis meses. «Necesitaba un cambio», cuenta. «Apenas me mudé en marzo y dije: ‘Hay que hacerlo acá’. Lo sentí –recuerda–. Programé todo en cinco horas: de 10 de la mañana a tres de la tarde. Me fui al hotel vela, caminé por toda la playa, y dije: ‘Es acá’». Se paró en el Bogatell. ¿Por qué? «Lo sentí –se vuelve a encoger de hombros–. Es acá». Y se fue a comprar un altavoz. «Si vienen 21 personas –pensó–, sería muy, muy feliz». ¿21? «21 es un número auspicioso», justifica. Deben de contar también los múltiplos. Vinieron ciento y pico. Y se fueron multiplicando los pareos bajo la luna llena. En abril eran 300 personas, calcula. En junio, 2.000. Sí, las contaron, promete Diego. «La gente lo necesitaba –insiste–. Me agradecían: ‘Lo estaba esperando, Necesitaba esto’».
Lo siguen repitiendo tras cada sesión. «Genial». «Súper chulísima». «Me ha encantado». La multitud se va marchando de la playa con la sonrisa floja, como si salieran de una fiesta. ¿Qué engancha? «La relajación. La conexión», resume Ángel. «La energía de tanta gente», añade Marta. «Te carga para seguir adelante», apuntan Tania y María. «Ver la luna sonriendo», señala Carla. «Vamos demasiado acelerados. Necesitamos frenar». Todos terminan bailando a lo rave la Madre Tierra de Chayanne. «Oyeee, abre tus ojooooos, mira hacia arribaaaa». Miras hacia arriba y ahí sigue la luna llena de postal.
«El despertar espiritual de las personas –explica Diego–. Esa es la misión». ¿Que por qué lo hace por amor al arte? «¿Por qué no?», responde. Pero ahora viene el invierno, el gurú arquea las cejas. Su primer invierno barcelonés. «Yo no tengo problema, camperitas y ya está», dice. «Pondré un muñeco de nieve al lado mío», se ríe. Entre tanto, la próxima meditación con luna llena será el 13 de octubre, ya está convocada por Facebook. Y ya han clicado el botón de «Me interesa» más de 1.600 personas.
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