Festival de cine

'Volveréis', de Jonás Trueba, gana el premio principal en la Quincena de Cineastas de Cannes

Jonás Trueba, el único español en Cannes: “Para mí el cine es casi como una enfermedad”

Jonas Trueba en el Festival de Cannes.

Jonas Trueba en el Festival de Cannes. / JULIE SEBADELHA

Nando Salvà

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El paso por el Festival de Cannes de ‘Volveréis‘, el octavo largometraje de Jonás Trueba, ha resultado ser un triunfo incluso mayor de lo que la calurosa acogida de la crítica permitió sugerir a principios de esta semana. Lo nuevo del director madrileño, magnífica comedia romántica -definirla como ‘antirromántica‘ tal vez sería más adecuado- sobre una pareja que decide celebrar su ruptura organizando una fiesta, ha ganado hoy el premio Europa Cinemas Label a la Mejor Película Europea de la sección paralela del certamen conocida como Quincena de Cineastas.

Se trata de un galardón no vinculado al festival -de hecho, la Quincena es una sección no competitiva- y otorgado por un jurado compuesto por cuatro miembros de Europa Cinemas, una organización independiente de exhibidores. El cine español parece tenerle tomada la medida al premio: el año pasado fue a parar a ‘Creatura‘, de la barcelonesa Elena Martín.

Por lo que respecta a la sección oficial del certamen, hoy su gran protagonista ha sido la actriz Adèle Exarchopoulos, que no es ni más ni menos que historia viva del Festival de Cannes. Empezó a serlo en 2013, cuando un jurado encabezado por Steven Spielberg otorgó la Palma de Oro no solo al director de ‘La vida de Adèle‘, Abdellatif Kechiche, sino también a sus dos actrices protagonistas, Léa Seydoux y ella misma; el galardón nunca antes había servido para premiar trabajos actorales, y tampoco lo ha hecho después.

Adele Exarchopoulos en Cannes, hoy.

Adele Exarchopoulos en Cannes, hoy. / CHRISTOPHE SIMON

Desde entonces, Exarchopoulos ha presentado varias películas más a concurso en el certamen, pero hasta ahora no había vuelto a competir en él a bordo de una de la que fuera cabeza de cartel. Y, de hecho, su interpretación en ‘L‘amour ouf‘ es de lo poco irrebatible en una película cuya presencia este año entre las candidatas a un puesto en el palmarés resulta cuestionable por varios motivos. 

De entrada, ‘L‘amour ouf‘ ha sido diseñada a modo de versión francesa de un ‘blockbuster’, y por tanto el premio que va buscando no está en el templo de la cinefilia sino en los multicines: cuenta la historia de un chico malote y una chica buena que se enamoran perdidamente, y que permanecen perdidamente enamorados a lo largo de las décadas pese a que entre ellos se interponen un crimen, una larga estancia en la cárcel, otro novio, mucha sed de venganza y los caprichos del destino; en otras palabras, una más de tantas historias de amores imposibles.

Y el problema es que, en su intento de asombrarnos haciéndola pasar por algo más que eso -más original, más importante, más complejo- , el director Gilles Lellouche llena su metraje de trampas argumentales, virguerías visuales, escenas en las que los personajes corren frente a una puesta de sol, coreografías de baile e incontables momentos de exceso cursi y exhibicionismo hortera. Su constante empeño en proporcionarnos estímulos llega a ser tal que resulta inevitable sentir que Lellouche nos está tomando o bien por niños con déficit de atención -todo nuestro respeto al público infantil- o bien por tontos.

Sororidad en Mumbai

Sin duda mucho más respetuosa con la autonomía intelectual del espectador es ‘All We Imagine As Light‘, segunda de las ficciones aspirantes a la Palma de Oro presentadas hoy; su directora es la india Payal Kapadia, que hace tres años recogió el premio ‘Ojo de Oro‘ al Mejor Documental en este festival gracias a su primer largometraje, ‘A Night Of Knowing Nothing‘, un collage de fragmentos de monólogos epistolares e imágenes de diferentes texturas y formatos.

La protagonizan tres mujeres de diferentes generaciones que trabajan en un hospital de Mumbai -dos de ellas son compañeras de piso-, y cuyo retrato sirve a Kapadia para esbozar un retrato de una sociedad lastrada por la desigualdad económica, la precariedad laboral, los conflictos religiosos y tradiciones como los matrimonios pactados, entre otros problemas.

Son mujeres asfixiadas por la gran urbe -”es la ciudad de las ilusiones, y es necesario créerselas para no sucumbir a la locura”, afirma una voz en ‘off‘ en un momento de la película-, y para quienes una visita a un pueblo costero supone una oportunidad para la evasión, la liberación y la purificación. Se trata de una obra definitivamente más convencional a nivel narrativo que la que dio a conocer a su directora, pero que comparte con ella cierta atmósfera onírica y generosas dosis de lirismo y sensualidad.