Cómic Barcelona

Mikael Ross: "El nazismo fue brutal e implacable asesinando a personas con discapacidad"

El dibujante alemán presenta 'Aprendiendo a caer', sobre la vida en una institución pionera fundada hace 150 años

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El dibujante alemán Mikael Ross, este viernes en el Cómic Barcelona .

El dibujante alemán Mikael Ross, este viernes en el Cómic Barcelona . / JORDI COTRINA

Anna Abella

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Durante la Alemania nazi, Hitler ordenó asesinar a las personas con discapacidades en nombre de la pureza de la raza aria. El dibujante Mikael Ross (Múnich, 1984) logró entrevistar a una de las que se salvó de puro milagro, una mujer de 96 años que siendo niña vio cómo sus hermanos desaparecían en un autobús con las ventanas pintadas de gris para impedír ver qué pasaba dentro. Vivían internos en el centro Neuerkerode en un minúsculo pueblo de la Baja Sajonia. "Era una anciana muy lúcida. Me costó ganarme su confianza, pero al final me contó cómo se escondió en un bosque cercano. Fue brutal, implacable, cómo mataron a aquella gente, muchos menores", clama el autor alemán, que utilizó ese testimonio para ilustrar, en uno de los capítulos de ‘Aprendiendo a caer’ (Reservoir Books), el episodio más negro de los 150 años de vida de aquella comunidad pionera. Fundada en 1868 por una mecenas y un sacerdote, Neuerkerode aún hoy es modelo de convivencia para cuidar a personas con discapacidad. 

Ross, uno de los invitados del Cómic Barcelona y autor del celebrado ‘El joven Ludwig’, sobre la infancia de Beethoven, ganó el premio Max und Moritz con ‘Aprendiendo a caer’, traducido a diez idiomas y con un proyecto de cine en marcha. Se basó en vivencias reales ligadas a Neuerkerode para crear un relato de ficción sobre Noel, un adolescente con discapacidad intelectual que es enviado al centro después de que su madre, con la que vive, sufra un accidente y quede en coma. "El cómic da un mensaje a muchos padres que temen lo que pasará con sus hijos si ellos faltan, pero también les dice a las personas con discapacidad que pueden tener una vida", apunta. 

Páginas de 'Aprendiendo a caer', de Mikael Ross.

Páginas de 'Aprendiendo a caer'. / Mikael Ross

Después de recibir la propuesta del director de Neuerkerode, Rüdiger Becker, que falleció hace un par de años en un accidente, para contar en cómic cómo se vive en la institución, Ross visitó intermitentemente durante dos años y medio el lugar, que es, explica, como una gigantesca ciudad donde viven 800 personas con discapacidad a cargo de un millar de profesionales (psicólogos, médicos, enfermeras, cocineros, cuidadores, profesores de arte, de deporte, administrativos…). 

Páginas de 'Aprendiendo a caer', de Mikael Ross.

Páginas de 'Aprendiendo a caer'. / Mikael Ross

En su país, explica Ross, "si tienes una discapacidad mental no eres libre y no puedes decidir sobre tu vida, es tu familia o el Estado quienes lo hacen por ti". A Neuerkerode llega gente muy dispar, constata. "Hay quien quedó discapacidado por beber demasiado, hay adolescentes cuyos padres creen que allí podrán socializar con otras personas, otros que han perdido a los padres y no pueden vivir solos, unos que son demasiado mayores para autogestionarse… Allí hay gente con pareja, con ‘hobbies’, activa… Las casas están abiertas y los internos pueden salir por el pueblo sin pedir permiso y conectar con los ciudadanos. Muy distinto, por ejemplo, de un centro de gente discapacitada en Berlín, donde por el tráfico y la ciudad no pueden salir sin acompañante".

Concepto de 'inclusión'

Sin embargo, recuerda, cuando hace cinco años publicó el libro en Alemania "el término ‘inclusión’ empezaba a permear en la cultura y el discurso era muy radical: todo lo que no era inclusivo se vio atacado, como el concepto de Neuerkerode, y el Estado se planteaba cerrarlo. Pero entonces ¿qué pasaba con esas personas? Muchas familias y pacientes no querían que los echaran, algunos llevaban 30 años allí. Para algunos es un lugar perfecto, para los que deben guardar cama, no tanto. Ahora, el debate se ha ido calmando".   

Páginas de 'Aprendiendo a caer', de Mikael Ross.

Páginas de 'Aprendiendo a caer'. / Mikael Ross

Ross se plantea convertir el capítulo sobre el nazismo en un libro independiente. "Ahora mismo en Alemania no sabemos qué va a pasar con el auge de la extrema derecha. Es importante mostrar a la gente de qué es capaz el ser humano si vamos por el camino erróneo", recalca el dibujante, que para vivir en Alemania tuvo que compaginar el cómic con su trabajo de diseñador de vestuario en la Ópera Estatal de Baviera. 

Fragmento de la portada de 'Aprendiendo a caer'.

Fragmento de la portada de 'Aprendiendo a caer'. / Mikael Ross

Fue cuando obtuvo una beca Erasmus en Bruselas que conoció al historietista belga Nicolas Wouters, con quien publicó en Francia ‘Los pies en el hormigón’. En ‘Aprendiendo a caer’ utilizó lápices de colores como los que usan en el taller de artistas de Neuerkerode, donde los internos incluso venden sus obras a galerías y particulares. También usó "el humor, la bondad, la apertura, la curiosidad de la gente, pensando en el lector que no tiene contacto con personas con discapacidad".  

"Yo soy introvertido y en Neuerkerode me enseñaron a no tener miedo del mundo, a reírte de ti mismo -confiesa-. Ellos no tienen miedo de reírse de sí mismos. Cuando pasas tiempo con ellos, ves que les importa un comino cómo les percibe la gente".