Entrevista

Kristen Stewart: “No quiero hacer películas solo para entretener, no soy un mono de feria”

Crítica de 'Sangre en los labios': del deseo a la violencia

Kristen Stewart en la Berlinale el pasado febrero.

Kristen Stewart en la Berlinale el pasado febrero. / Markus Schreiber

Nando Salvà

Nando Salvà

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Desde que se declaró bisexual en 2017 se ha ido erigiendo a través de sus películas y sus apariciones públicas en referente esencial de lo ‘queer’, y la película que ahora estrena en España representa la culminación de ese proceso. Variación feminista y lésbica de un género tradicionalmente masculino, ‘Sangre en los labios’ es una intriga criminal bizarra e impredecible protagonizada por una empleada de gimnasio y una culturista que se embarcan en un tórrido romance y, entretanto, desatan una espiral de violencia.

La directora de ‘Sangre en los labios’, Rose Glass, ha afirmado que le habría costado mucho encontrar la inspiración para hacer la película si usted no hubiera aceptado protagonizarla. ¿Qué opina al respecto?

Que yo quería trabajar con ella con toda mi alma. Cuando me ofreció el trabajo, yo acababa de ver su primer largometraje, ’Saint Maud’, y estaba obsesionada con ella. Y me consta que Rose fue muy valiente. Todos los productores y demás ejecutivos con quienes se reunió le decían que ‘Sangre en los labios’ debía hablar de mujeres fuertes y empoderadas, porque eso es lo que vende actualmente. Y ella se dijo a sí misma: “¿De verdad queréis que mi película hable de mujeres fuertes y empoderadas, pese a estar protagonizada por dos jóvenes lesbianas atrapadas en la América profunda de los años 80? Pues eso precisamente es lo que os voy a dar”. Por eso decidió ambientarla en el mundo del culturismo femenino, en el que el valor de la fuerza y el empoderamiento es meramente estético y arbitrario.

Normalmente, las escenas de sexo femenino en las películas solo responden a una fantasía estúpida sobre cómo las mujeres obtenemos placer. Me resultan intolerables.

¿Le parece que la industria está prestando atención a las narrativas de empoderamiento femenino simplemente porque son lo que ahora vende?

Sí, y me parece lamentable que quieran convencernos de que están ampliando la perspectiva, y de que se pongan medallas por ello. Porque en realidad la mirada sigue controlada por quienes ostentan el poder en la industria, que son los hombres, y por tanto sigue al servicio del deseo masculino. Los impulsos sexuales femeninos aún son marginados, porque aún dan miedo. Es cierto que las cosas están cambiando, pero lo hacen muy despacio. 

Kristen Stewart en Berlín presentando 'Sangre en los labios'.

Kristen Stewart en Berlín presentando 'Sangre en los labios'. / CLEMENS BILAN

¿Diría que ese es el motivo por el que las escenas de sexo incluidas en ‘Sangre en los labios’ han dado tanto de qué hablar?

Es evidente, porque son mucho menos explícitas que las escenas de sexo de muchas otras películas, que no escandalizaron a nadie. Creo que lo que las hace escandalosas para muchos es que muestran a dos mujeres que hablan sin tapujos de abrirse de piernas, y de ese orificio a través del que también sangramos y parimos y que a juicio de Hollywood no debería ser nombrado. Ese agujero no se ve en la película, pero está muy presente; mi personaje expresa su deseo con palabras, y gestos, y miradas, es como una erección andante. Y refleja de forma realista cómo funciona el sexo entre mujeres. Normalmente, las escenas de sexo femenino en las películas solo responden a una fantasía estúpida sobre cómo las mujeres obtenemos placer. Me resultan intolerables. 

Cuando actúo, lo doy absolutamente todo de mí misma

En general, el retrato que el cine suele hacer de los personajes homosexuales sigue siendo reduccionista, ¿no cree?

Sin duda, las películas suelen olvidar que una mujer gay es una persona real, con muchas facetas, y no solo un dilema moral con patas. Aunque al cine no se lo parezca, las vidas de las homosexuales no siempre giran en torno a la salida del armario; la orientación sexual no es lo único que las define. ‘Sangre en los labios’, en cambio, entiende eso perfectamente; su asunto principal no tiene que ver con el lesbianismo, sino con la capacidad del amor para empujarnos a hacer cosas hermosas pero también cosas monstruosas. Habla de lo repugnante que el ser humano puede llegar a ser, pero también del gozo que proporciona sentirse viva. Y hacía tiempo que yo no me sentía tan viva interpretando un personaje.

Kristen Stewart y la directora Rose Glass en la Berlinale.

Kristen Stewart y la directora Rose Glass en la Berlinale. / Markus Schreiber

¿Cómo han cambiado sus prioridades a la hora de escoger papeles a lo largo de los años?

Cuando era joven no podía escoger, obviamente, me conformaba con lo que me daban. En cuanto logré tener el poder suficiente para diseñar mi propio camino artístico, eso sí, decidí dejarme guiar por mis instintos y mi curiosidad, y no por la necesidad de perpetuar mi carrera. No quiero hacer películas solo para entretener, no soy un mono de feria. Y, ojo, respeto a quienes aceptan servir de ese modo a la industria, pero para mí ser actriz es algo más espiritual. Cuando actúo, lo doy absolutamente todo de mí misma. Todos los papeles que interpreto, aunque sean muy distintos los unos de los otros, sirven para ilustrar fragmentos de mi propia vida.

Hace poco declaró que no volverá a actuar hasta que no logre sacar adelante su primera película como directora, ‘La cronología del agua’, basada en el libro de memorias homónimo de la escritora Lidia Yuknavitch. ¿Se reafirma?

Reconozco que no fue una declaración especialmente cautelosa, quizá habría sido más sabio medir un poco más mis palabras. Pero ya llevo mucho tiempo trabajando en el proyecto, y va siendo hora de hacerlo realidad. Y creo que estoy en situación de afirmar que voy a lograr rodar la película este año. Ya está tomando forma. 

¿Qué ha aprendido de los mejores directores con los que ha trabajado?

Por definición, un director es alguien que toma prestados millones de dólares y da órdenes a cientos de personas con el fin de materializar su visión personal; en otras palabras, algo parecido a un monstruo psicópata. Los buenos directores, eso sí, me han permitido comprender que hacer películas no es un trabajo sino un modo de vida, una vocación, y una misión, y me han hecho partícipe de esa misión. También he trabajado para directores que sí consideran el cine un simple empleo, y me han hecho sentir completamente vacía.  

Cuando usted dirija su película, ¿será un monstruo psicópata? 

Claro que sí.