Opinión | Política y moda

Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

La obsesión de los políticos por los Rolex

Diana Boluarte, presidenta de Perú, luce en la muñeca izquierda uno de los relojes de lujo de su colección

Diana Boluarte, presidenta de Perú, luce en la muñeca izquierda uno de los relojes de lujo de su colección / ARCHIVO

En política, la ostentación es siempre signo de mal gusto. Pero como cualquier nuevo rico desesperado por aparentar algo que nunca será por muchos millones que acumule en su cuenta bancaria (véase a cualquier futbolista, desde David Beckham a Cristiano Ronaldo); una vez algun@s mandatarios alcanzan el poder parece que les surge la necesidad vital de hacerse con un accesorio caro para reafirmar su nueva hegemonía. El complemento puede ser desde un coche a un bolso de lujo, pero la mayoría opta por adquirir un reloj.

Este lunes la fiscalía de Perú anunció el inicio de diligencias preliminares contra la presidenta Diana Boluarte con motivo de su llamativa colección de 15 relojes de lujo. Entre ellos, un Rolex modelo Datejust 36 de acero con oro rosado de 18 quilates e incrustaciones de diamantes, valorado en 14.000 dólares (cuatro veces su sueldo de presidenta). Los presuntos delitos que se investigan son enriquecimiento ilícito y la omisión de declarar los artículos. "Trabajo desde los 18 años y lo que tengo es fruto de mi esfuerzo. El artículo en particular es de antaño y lo uso muy eventualmente", se defendió Boluarte. Sin embargo, el año pasado en un acto en el palacio presidencial recordó que durante la campaña política que la llevó al poder como vicepresidenta “no tenía ni para los pasajes” del transporte.

Boluarte no es la primera política en verse afectada por el escándalo de lucir un Rolex. Hace un año, la ministra de educación británica apareció en una entrevista presumiendo de uno en su muñeca mientras tenía la cara dura de exigirle al profesorado contención salarial... Unas semanas antes, también en televisión, Macron hizo desaparecer bajo la mesa su Bell & Ross al caer en la cuenta que quizá tal accesorio no iba a ser su mejor complemento para convencer a los franceses de la necesidad de reformar las pensiones.

En EEUU, casi una tradición

En EEUU, el Rolex en manos de un presidente es casi una tradición desde que John Kennedy fuera el primero en recibir un Day-Date. Y aunque Obama se abstuvo; una vez ya apartado de la Casa Blanca se atrevió con un Cellini de oro blanco. Este verano se supo que Jair Bolsonaro habría aprovechado su escapada a EEUU, mientras se perpetraba el asalto a las instituciones brasileñas por el que también está siendo investigado, para vender un Rolex de diamantes saudí considerado un regalo de Estado.

La lista de políticos, presentes y pasados, obsesionados con los relojes de lujo y concretamente con la firma Rolex, es infinita. Pero quizás el caso más famoso sea el de Fidel Castro (hasta una joyería alemana empleó hace unos años una foto del líder revolucionario en su escaparate). El comandante cubano, al igual que el Che Guevara, los lucía a pares. El modelo GMT Master fue diseñado para visualizar dos husos horarios en simultáneo -el de Castro, marcaba la hora en la Habana y Moscú- y en la época era un instrumento tremendamente útil para la revolución porque fue el primer reloj de pulsera sumergible y contaba con movimiento de carga de máquina perpetua.

Aunque soy de las que nunca ha usado reloj y me guío, como el resto de los animales, por el instinto (o ahora el móvil) para orientarme, puedo llegar a entender que muchos lo consideren una herramienta de trabajo imprescindible (es lo que me aseguran los portadores del Apple Watch) o que incluso sea para ellos una joya que les recuerda que el tiempo es oro. Ahora, hasta dónde alcanzo y si me lo permite la diosa Shakira, el Casio de 20 'eurillos' del Papa Francisco cumple el mismo servicio básico que el Rolex Datejust dorado de Juan Pablo II o el Patek Philippe del Dalai Lama y no genera tantos problemas de imagen en los líderes mundiales.

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