Entrevista

Pedro Burruezo: «Hay una gran sed de espiritualidad profunda»

El músico y activista Pedro Burruezo se estrena como novelista con «Auto-Sufí-Ciencia», un relato ambientado en el Empordà, Granada y Marruecos

El ex líder de Claustrofobia y escritor Pedro Burruezo.

El ex líder de Claustrofobia y escritor Pedro Burruezo. / EPC

Alba Carmona

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Sant Feliu de Guíxols, mayo del 68. Un cantaor gitano de Figueres y una señora de bien se conocen en un tablao flamenco, se enamoran y emprenden un viaje iniciático cargado de música y espiritualidad que les llevará a Marruecos, Granada y el Empordà. Así es el debut como novelista del músico guixoleño Pedro Burruezo. El intérprete de música antigua y ex líder de Claustrofobia se estrena con 'Auto-Sufí-Ciencia'. Una historia de gnósticos, gitanos, irrendentos y otros periféricos, un relato lleno de misticismo, conexión con la naturaleza y flamenco, «una bomba espiritual de profundo calado», como la define el autor, que cuestiona una sociedad que «anda hacia la autodestrucción».

Burruezo, que se autodefine como un andalusí del siglo XXI, lleva a sus espaldas un importante bagaje musical, primero con Claustrofobia en los 80 y ahora al frente de Nur Camerata, la formación neoandalusina con la que actúa en todo el mundo. Además de músico, también de otras dos facetas como escritor y activista, ya que ha sido crítico de flamenco y director durante dos décadas de The Ecologist, además de firmar dos libros de ensayo y de dos documentales.

Ahora da el salto a la novela casi por azar, porque fue un texto en las redes sociales, hablando del reencuentro de los propietarios y los artistas de la Venta del Pozo, un antiguo tablao flamenco de Sant Feliu, el que encendió chispa del proyecto. La hija de los dueños del tablao, la filóloga y traductora Mercè Diago se enamoró de la idea y ha ejercido como editora de un relato gestado en apenas cinco meses y publicado con Mandala Ediciones.

Aunque no es una novela autobiográfica, Burruezo vierte los temas que conoce bien, como la música -que aquí juega un papel más determinante que el de simple banda sonora-, el islam y el activismo social a partir de la espiritualidad y la naturaleza, dejando «intuir que, incluso en una sociedad distópica, se puede llegar a altos grados de bienestar y de plenitud espiritual: basta con dejarlo todo en manos de la Providencia».

En este sentido, explica Burruezo, los personajes «aspiran a lo más difícil del mundo: ansían estar satisfechos con lo que el Cielo les regale» y «ponen en entredicho constantemente las supuestas verdades sobre los que se ha fomentado la modernidad».

La novela abarca de 1968 a mediados de los noventa y transcurre en tres escenarios importantes por el autor: el Empordà donde vive desde hace años; Granada, la primera ciudad andalusí de la península, y Larache, el lugar de Marruecos donde la convivencia entre musulmanes, cristianos y judíos era "perfecta", como un al-Ándalus del siglo XX.

El arranque en mayo del 68 no es casual. «Fue el pistoletazo de salida de la contracultura, una fecha que ha pasado a la historia como revolucionaria», dice Burruezo, quien considera que, en realidad, «la contracultura fue la avanzada de una forma de entender el mundo que, con el tiempo, se ha visto que ha homogeneizado la cultura mundial en una dirección, para imponer el materialismo y un solo mercado mundial».

«Urge un cambio de paradigma absoluto. Y, sin espiritualidad profunda y verdadera, esto se hunde. Y quizá sea lo mejor que puede pasar, el mejor compuesto surge de la basura descompuesta», asegura el músico y activista, convencido de que «hay una gran sed de espiritualidad profunda» y que, incluso los lectores más escépticos, descubrirán en la novela que «vivir vinculado a la espiritualidad más irredenta y salvaje tiene un sinfín de virtudes en muchos ámbitos».

Trufado con apariciones de personajes como Antonio Gades, los Habichuela o Enrique Morente, 'Auto-Sufí-Ciencia' tiene en el flamenco uno de sus palos, entroncando con el papel tradicional de la música como «puente entre los mundos que acerca al público en el Misterio», en contraposición con la sociedad moderna, en la que «el arte no remite a la cosa sagrada, sino que es un mero entretenimiento».

«Escribir novelas o hacer canciones es guapo, pero escribir y cantar como un canto de alabanza es necesario», asegura Pedro Burruezo, quien también reclama un acercamiento sincero a la naturaleza, una «ecología profunda que lleve directamente al Misterio». "El ecologismo clásico ha fracasado porque ha intentado combatir a la sociedad moderna, depredadora y destructora con el mismo lenguaje y bajo las mismas ideas materialistas", sentencia.