Tendencia en el mercado musical

Las estrellas pop son ellos: el fenómeno de la música infantil y familiar

Artistas como la pionera Dàmaris Gelabert, El Pot Petit, Xiula y algunos más crean videos virales y congregan tanto público o más que muchos ídolos adultos, aun sin un gran reconocimiento mediático (ni financiero), configurando un ecosistema discreto que ha cobrado mucha fuerza en el circuito de festivales y escenarios catalanes

‘Els mosquits’, el mega-‘hit’ catalán que suena de Brasil a Malasia

Damaris Gelabert en concierto.

Damaris Gelabert en concierto. / EPC

Jordi Bianciotto

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Llenan recintos del circuito adulto codeándose con los ídolos pop, producen canciones que son ‘hits’ bajo radar y, sobre todo, videos que llegan a ser virales, con cifras de reproducciones vertiginosas: cerca de 400 millones acumuladas para el ya clásico ‘Els mosquits’, de la pionera y estrella del ramo, Dàmaris Gelabert. Es el mundo de la música llamada infantil, familiar en realidad (porque los niños no van solos a los conciertos), un fenómeno que ha emergido con fuerza en Catalunya, marcando tendencia y representando una porción creciente del negocio del espectáculo. 

Proyectos como los de El Pot Petit, Xiula, Som Mainada, Els Atrapasomnis, Ambauka o la propia Gelabert han ido accediendo a escenarios transitados por las figuras adultas (del Palau de la Música a Cap Roig, Porta Ferrada o el Festival de Jazz de Barcelona) y estableciéndose en las programaciones de las fiestas mayores, muchas veces congregando más público que las estrellas oficiales. “Nosotros nos dimos cuenta hace años de que había una audiencia familiar que quería ir a conciertos, no a espectáculos de animación”, explica Dàmaris Gelabert, figura en danza desde los años 90. “Los conciertos para este tipo de público pueden ser acogidos por cualquier festival o se pueden programar en un teatro durante varios días. Y eso solo ocurre en Catalunya”. Si, en muchos conciertos pop o rock, las entradas se venden de una en una, o de dos en dos, estas van fácilmente de cuatro en cuatro, o más, porque se apuntan familias enteras. Y en estos bolos se vende abundante ‘merchandising’, así como compactos y hasta ejemplares del (casi) obsoleto DVD.

La clave de la repetición

En la red, YouTube es el terreno de juego prioritario, allá donde un crío puede ver una y otra vez aquel video que lo tiene embobado, aunque los adultos se suban por las paredes. “La clave del éxito está en la repetición, y YouTube es perfecto para eso. Repetir las canciones una y otra vez da calma a los niños, y si las letras son fáciles y bonitas, enganchan”, apunta Jordi Puig, director de U98, la discográfica y editorial de El Pot Petit. “Muchos niños se quedan pillados y es normal que ven un video muchas veces. Hay padres que, bromeando, me dicen: ‘¡la mitad de las escuchas de esta canción son de mi hijo!’”. Spotify no es la plataforma prioritaria para el uso infantil, sino “más bien para cuando los niños van con los papás y los abuelos en el coche”. Para captar la atención de los tiernos consumidores, se trata de “dar forma a videos de calidad, que sean auténticos y con un trabajo de producción detrás”.

El Pot Petit son Siddartha Vargas y Helena Bagué.

El Pot Petit son Siddartha Vargas y Helena Bagué. / Álvaro Monge

Dàmaris Gelabert acumula la friolera de dos millones de suscriptores en su canal de YouTube, una cifra equivalente a una cuarta parte de la población de Catalunya. Y casi el triple que un gigante comercial como Estopa. Ha sido distinguida con el ‘botón de oro’ de You Tube (que se otorga cuando se supera el millón de adscritos). Y El Pot Petit, con 152.000, supera con mucho a las figuras más rampantes de la moderna música en catalán, como Oques Grasses (64.700), Manel (32.800) o Joan Dausà (31.900). El 10º videoclip en catalán más visto de 2023 resultó ser uno enfocado al público infantil, ‘El pollet piu-piu’, de Som Mainada (acumula 612.000 reproducciones), por delante de los producidos por figuras del ámbito adulto como Mushkaa, Triquell o incluso el muy comentado ‘Rikiti’, de Mama Dousha. 

Cachés por debajo

Así que pensar que estamos hablando de un ámbito menor o periférico de la producción musical es un error, si bien estos artistas ponen sobre la mesa una paradoja bastante fastidiosa: aunque muevan números de escuchas y de aforos comparables (o superiores) a muchos grupos ‘mainstream’, sus ingresos están por debajo. Primero, porque los cachés, bastante determinados por las programaciones de los ayuntamientos en las fiestas mayores, son muy inferiores: las propuestas estrella pueden situarse entre los 6.000 y 7.500 euros por bolo, cifra que muchos artistas pop del momento del circuito catalán fácilmente triplican. 

El popularísimo grupo musical familiar Xiula.

El popularísimo grupo musical familiar Xiula. / EPC

“Muchas veces, en un festival ves a 3.000 personas en el concierto familiar a mediodía, y a 1.000 en el del grupo estrella de la noche. Y este último cobra mucho más, quizá 20.000 euros o más”, explica Jordi Puig, de U98. Los cachés son “insuficientes teniendo en cuenta que estos artistas pueden llenar recintos importantes, pero es un mundo en el que hay ‘amateurismo’, y los programadores municipales creen que con 2.000 euros ya hay suficiente, quizá es porque piensan que los niños no votan”, ironiza Albert Puig, director del festival Petits Camaleons, de Sant Cugat (“una fábrica de creación de nuevos públicos”), y mánager de Xiula, grupo que ha abierto camino con canciones que introducen temáticas serias, “como el ‘bullying’, la muerte, el saber ganar y perder, o entender que los trazos diferenciales no son un defecto sino una virtud”.

Penalizados en YouTube

Luego, las reglas de YouTube penalizan a los videos para público infantil, hace notar Dàmaris Gelabert. Eso es porque, desde 2019 (a raíz de la denuncia de un colectivo de familias estadounidenses), esta plataforma no puede aplicar la personalización de los anuncios en los contenidos para menores. “Y estos anuncios son los que dan más dinero, porque detectan tus gustos. Por eso, recibimos un 90% menos de ingresos que un ‘youtuber’ normal”, explica Gelabert. “Además, no podemos hacer publicidad de nuestros espectáculos en la plataforma, ni tener contacto con los suscriptores”. Abundan, en cambio, las propuestas musicales técnicamente adultas que son devoradas por los niños (caso de los ídolos de ‘Eufòria’) y que se escapan a estas restricciones. “Estamos penalizados y es injusto”.

Damaris Gelabert en Cap Roig celebrando 25 años de carrera.

Damaris Gelabert en Cap Roig celebrando 25 años de carrera. / EPC

Hay que añadir que esta escena ha prosperado en tiempos en que la televisión ha dejado de ser hegemónica en la cultura y el entretenimiento, sobre todo en la franja infantil. En otros tiempos, TV3 señoreaba con su Club Super 3 y hubo protestas desde algunas discográficas que estimaban que la televisión pública no prestaba la atención que merecían propuestas como la de la misma Dàmaris Gelabert. “Siempre hemos estado fuera de TV3. Yo les pasaba mis videos, pero no los emitían. Supongo que porque ya hacían su propia producción. Pero sobre todo gracias al canal de YouTube hemos podido funcionar sin necesidad de la televisión”, apunta ella, que observa cambios bienvenidos en la ‘corpo’. “Ahora por fin nos tienen en cuenta y estamos preparando cosas con ellos, lo cual es de agradecer. Me alegro de que estén en una etapa más abierta”.

La senda iniciada años atrás por Gelabert sigue agrandándose y acogiendo nuevos proyectos, también de grupos de perfil adulto que crean segundas marcas para espectáculos familiares: caso de Reggae per Xics, de The Penguins, o El Pony Menut, a cargo de El Pony Pisador. Todo ello configura un ecosistema que, apunta Albert Puig, es “punta de lanza” a escala española. “Ha quedado claro que ahí hay un público”, corrobora. “Pero es un nicho que hay que tomarse en serio, trabajándose las infraestructuras, producciones, espónsores… Y tratando al público igual de bien que en el festival más exquisito”.

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