Crítica de 'Las cuatro hijas': el trauma heredado

La directora Kaouther Ben Hania cruza en 'Las cuatro hijas' documental y ficción para contar la historia de Olfa, una madre de cuatro hijas que vio cómo las dos mayores abandonaron su casa para unirse al ISIS. En un ejercicio de metacine, junta en un mismo espacio a la madre, a las dos hijas que siguen con ella y a dos actrices que interpretan a las hermanas desaparecidas, y reconstruye la historia de la familia con entrevistas a las personas reales, recreaciones de momentos de su pasado (de las que también participan Olfa y sus hijas), ensayos del propio proceso de realización de la película y material de archivo.

A partir de ese dispositivo, la cineasta habla desde lo íntimo de asuntos de la gravedad de la violencia en una sociedad patriarcal, del peso del trauma en las relaciones entre mujeres de una misma familia y de lo que sucede cuando una generación de mujeres decide romper con las inercias y los miedos de las que las anteceden. El mecanismo de 'Las cuatro hijas' no siempre funciona: es reiterativa, a ratos se siente demasiado escrita y a su reflexión sobre los límites de la ficción para capturar lo real (empezando por la forma de poner en escena) le falta algo de modestia. Aun así, Kaouther Ben Hania aborda con claridad y potencia una realidad terrible y, en escenas puntuales, alcanza momentos tremendamente conmovedores por su verdad (la franqueza de los testimonios, sobre todo los de Olfa, es demoledora) y su dureza.