Crítica

'Die walküre' de Castellucci, un Wagner más vivo que nunca (y llegará al Liceu)

El Liceu coproducirá la gran obra de Wagner, 'El anillo del nibelungo', dirigido por Romeo Castellucci

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Wotan (Gabor Bretz) junto a Brünnhilde (Ingela Brimberg) en el tercer acto.

Wotan (Gabor Bretz) junto a Brünnhilde (Ingela Brimberg) en el tercer acto. / Monika Rittershaus

Marta Cervera

Marta Cervera

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Romeo Castellucci, reconocido director de escena, continúa en el Teatro de Ópera de 'La Monnaie' de Bruselas con su versión de la teatralogía de Wagner 'El anillo del nibelungo', una coproducción con el Liceu que llegará al Gran Teatre a partir de la temporada 26/27. Tras el prólogo estrenado en otoño, estos días la capital belga ofrece una versión de 'Die walküre' ('La valquiria'), con imágenes potentes, de aquellas que se quedan grabadas más allá de la función, aplaudidísima el pasado miércoles tras más de cinco horas de espectáculo. La mayor novedad en su propuesta escénica, depurada y cargada de simbolismo, es la presencia de animales en escena. Caballos, pájaros y un perro sorprenden en esta versión de 'La valquiria', insuflando nueva vida a la ópera más famosa de las cuatro que componen el ciclo del 'Anillo', una saga de héroes, dioses y criaturas mitológicas que persiguen el anillo mágico que otorga dominio del mundo.

Castellucci busca acercar la obra al espectador desde que en el primer acto, cuando Sieglinde, la esposa de Hunding, acoge a un desconocido en su casa. El bosque donde lo encuentra y el hogar de Hunding son inhóspitos y lúgubres. Están creados con muebles de madera amontonados que se mueven con vida propia por el escenario por donde también deambula un perro negro (Wotan bajó a la tierra en forma de lobo). Pero, cuando Sieglinde y Siegmund descubren que son mellizos y escapan de Hunding, todo cambia y la escena se tiñe de blanco. Quedan escasos elementos, entre ellos un confesionario y una nevera -allá cada cual con su interpretación- donde Siegmund guardará la espada mágica. En esta versión Notung, esa arma invencible, no está clavada en un árbol sino que Siegmund la extrae del cuerpo de su hermana antes de estallar una pasión incestuosa entre ambos bañada con flores, pero también con sangre y leche, que compartieron en el útero materno.

Enmarcados en el contraste entre la oscuridad y la luz, los sobrios gestos de los protagonistas se expanden en esta puesta en escena con pocos pero contundentes elementos con una música cargada de grandiosos momentos orquestales y pasajes íntimos que Alain Altinoglu, titular de la orquesta dirigió con maestría adaptándose siempre a las voces de los cantantes.

En el segundo acto, Brünnhilde -la valquiria preferida de Wotan que representa su verdadera voluntad- desencadenará la tragedia tras desobedecer a su padre. Este pasa de pedirle que ayude a Siegmund a que lo elimine atendiendo a las exigencias de Fricka, su esposa y garante de la tradición del sagrado matrimonio que aparece ante él vestida cual virgen, con una extraña corte, todas con recargados ropajes. Fricka demuestra su intransigencia sacrificando a dos palomas blancas de mentira entre las muchas de verdad que revolotean junto a una especie de momias danzantes que no pegan mucho, como la nevera del primer acto.

Wotan (Gabor Bretz) y Fricka (Marie Nicole Lemieux) en el segundo acto de 'Die walküre' en La Monnaie

Wotan (Gabor Bretz) y Fricka (Marie Nicole Lemieux) en el segundo acto de 'Die walküre' en La Monnaie / Monika Rittershaus

Imágenes potentes

Castellucci, gustará más o menos, pero sorprende en cada acto, sobre todo a quienes no conozcan su estilo. En el tercero el mayor golpe de efecto se produce cuando suenan las notas de la famosa 'cabalgata de las valquirias' y aparecen en escena cuerpos desnudos de héroes muertos en la batalla encima de impresionantes corceles negros a los que ni se escuchó relinchar. Las valquirias los depositan en el suelo y evocan pesadillas de conflictos muy reales que resuenan tanto al espectador como la imagen de la 'pietà' que recrean en un momento determinado. La soprano sueca Ingela Brimberg, una Brünnhilde con un timbre brillante, destacó en el reparto y conmovió en su escena final antes de quedar sepultada por una pantalla de luz que lentamente se posó sobre ella a la espera de que un héroe que no tema la lanza de Wotan la despierte.

El Wotan de Gábor Bretz resultó convincente aunque faltó mayor contraste en la voz de este bajo barítono húngaro que llegó muy bien al final de esta maratoniana ópera. La soprano alemana Nadja Stefanoff como Sieglinde, cómoda tanto en el aspecto dramático como vocal, y la contralto canadiense Marie-Nicole Lemieux destacó como Fricka al igual que el bajo croata Ante Jerkunica como Hunding. El Siegmund del inglés Peter Wedd, el más flojo de todos, fue de menos a más.

El 'Anillo' continuará la próxima temporada en La Monnaie con 'Siegfried' y 'Götterdämmerung'. Veremos qué sopresas depara Castelluci.