Sesión final

La última noche de Sidecar: orgullo, colegueo y rock’n’roll

La sala de la plaza Reial vivió una emotiva y vibrante sesión final, tras casi 42 años de trayectoria y a la espera del destino que le reserven sus nuevos gestores, con un triple programa a cargo de Josele Santiago, Los Rebeldes con su formación original y Sidonie

Concierto de Rebeldes en la despedida de la Sala Sidecar

Concierto de Rebeldes en la despedida de la Sala Sidecar / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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El rockerío siempre ha sido un poco sentimental, y este miércoles en Sidecar había motivos para sucumbir a la dulce melancolía entre ‘riff’ y ‘riff’. Tres conciertos, los últimos programados bajo la dirección de su responsable histórico, Roberto Tierz, pusieron la traca final a casi 42 años de singladura ante una clientela devota que días atrás agotó las entradas disponibles (unos cuantos fajos: el aforo del club es de 250 personas). Barras cerveceras marchando a discreción, risueño compadreo y rock’n’roll y pop de guitarras para que quedara constancia de hacia dónde apuntó (preferentemente) la brújula de Sidecar desde el año 1982.

Tierz se nos jubila y, ya asumida su fase de descompresión, en este acto final (bautizado como ‘L’últim ball’) delegó las funciones de maestro de ceremonias a un querido compinche, Fito (histórico técnico de sonido del Magic y cantante de artefactos como La Ley Seca). Abrió este la sesión subrayando que “la sala no desaparece, simplemente cambia de dueños” y advirtiendo a los nuevos gestores, con aquella entrañable simpatía gremial, que no todo el monte es orégano: “Mucha suerte, amigos, porque la vais a necesitar”. 

La senda del triunfo (o no)

La máxima era evitar ponernos nostálgicos, advirtió Fito (ese filósofo: “en los 80, el que parecía raro, era raro”, afirmó invitando a la reflexión al evocar los ‘looks’ de la época), si bien los puntos de anclaje en la memoria eran robustos. Como las canciones de Los Enemigos que nutrieron buena parte del ‘set’ de Josele Santiago. Esa “canción carcelaria” llamada ‘Desde el jergón’. “¡Himno!”, aulló alguien. Josele en apabullante modo cantautor, domando la guitarra acústica, sacando punta al verbo sarcástico (“bienvenida a los que vamos a triunfar”) y creciéndose en un desgarrado ‘Olé papá’ para cerrar.

La actuación que nos llevó a los albores de Sidecar, o más atrás incluso, fue la de Los Rebeldes, recuperando el trío original con motivo de su 45º aniversario, con el nombre de Los Rebeldes ‘79. Una reunión que conducirá a un disco de estudio, anunció Carlos Rebeldes, a quien vimos bien flanqueado por el contrabajo de Aurelio Morata y la sencilla batería de Moisés Sorolla, y atacando sus números de rockabilly y del primer rock and roll. 

Tiempo de rockabilly

Roberto Tierz fue guitarra rítmica del grupo en aquellos primeros tiempos (recordó Segarra que él era el cantante-bajista), pero se abstuvo de subir al escenario. La jubilación va en serio, sí (y la guitarra está un poco abandonada). Morata le lanzó una dedicatoria: “a ver si con el tiempo que tendrás ahora puedes hacer esta ruta”, propuso antes de meterse en un trotón ‘Route 66’. Tiempo de ofrendas a los clásicos: de Chuck Berry (‘Roll over Beethoven’) a Eddie Cochran (‘Something else’), con un clan ‘rebelde’ entregado a conciencia a los trofeos de su juventud. Y algunos suspiros por ese Sidecar (o como vaya a llamarse) pos-Tierz. “Igual no será”, observó Segarra. “Puede ser parecido, pero no será lo mismo”

Y cerrando, Sidonie, una banda que bien podría reflejar la pervivencia del viejo sueño pop en el tránsito hacia la edad adulta, con su efervescencia guitarrera y su encadenado de estribillos. Como el de ‘No salgo más’, tema de su nuevo álbum, ‘Marc, Axel y Jes’, lanzado este otoño. Una canción de trasfondo asociado a Sidecar. “La frase de la canción en la que se me acerca alguien y me dice ‘te he reconocido, mi madre es muy fan’, es real y ocurrió aquí en Sidecar”, contaba Marc Ros a este diario antes del bolo. 

El club fiable

Sidonie ha actuado más de diez veces en la sala, por no hablar de las veces que sus miembros han acudido como público. “Es una sala ideal para ir aunque no sepas quién va a actuar”, añadía Ros. El suyo fue un ‘grandes éxitos’ concentrado que deparó delicias como ese afrancesado ‘Me llamo Abba’. Y los hitos canónicos, como ‘Fascinado’ o ‘El incendio’.

El escenario de Sidecar no desaparece, pero sí que se esfuma la sala “tal y como la conocemos”, hizo notar Fito. Los nuevos gestores, a cargo de coctelerías como Sauvage, del Born, no han indicado por ahora si cambiarán el nombre del club, pero han asegurado que la programación de música en directo seguirá (sin dar detalles de la línea estilística). La web de Sidecar da continuidad a las sesiones de ‘dj’ y conserva fechas de conciertos a partir de principios de abril (el día 5 actuará el grupo asturiano de rock Puño Dragón). Esas incógnitas por despejar ya pillan un poco lejos a Roberto Tierz, al que vimos tranquilo y con aspecto de quitarse muchos pesos y responsabilidades de encima. La hora de cambiar de ritmo, confesó a este diario. “Empiezan las vacaciones”.

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