QUEMAR DESPUÉS DE LEER

¿Y si naufragas en una isla desierta que ya tiene un náufrago?

La autora infantil Barbara Euphan Todd publicó en 1946 su única, y divertidísima, novela para adultos, 'La señorita Ranskill vuelve a casa', en la que convertía a una dama inglesa en la primera náufraga con compañía de la literatura universal

La autora infantil Barbara Euphan Todd y Mike White, el creador de 'The White Lotus'.

La autora infantil Barbara Euphan Todd y Mike White, el creador de 'The White Lotus'. / Sara Martínez

Laura Fernández

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Está claro que para Hollywood y su fábrica de sueños niños y adultos viven en planetas distintos. Porque resulta incomprensible que no se mencione quién es el famosísimo guionista —y director—, reconocido showrunner de culto, que hay detrás de la última película animada de Universal e Illumination, los responsables de la franquicia 'Gru, mi villano favorito'. La última película de Universal e Illumination se titula 'Migración' y en ella se cuenta la historia de una familia de patos que decide abandonar la aburrida calma de su estanque para recorrer el mundo hasta llegar a, por qué no, Jamaica. Y se hace francamente bien, tan francamente bien que, por primera vez en una ficción parecida, el ser humano es sólo un depredador más, y uno ridículo y cruel.

¿Que quién hay detrás de 'Migración'? Pues nada menos que Mike White, el creador de White Lotus, y esa serie sobre lo alienantemente absurdo del trabajo en una oficina que antecedió a Severance, Iluminada, y que quizá por estar protagonizada por una mujer —nada menos que Laura Dern—, no tuvo la atención que merecía en su momento. Aunque con mimbres menos sofisticados que de los que dispone en su excelentísima serie de enredos en el resort —siempre un resort distinto, pero siempre el mismo ruido de fondo corrosivo y delicioso sobre la diferencia de clases, el rol de género, y los tabús de la época—, White eleva la modestia con la que se presenta Migración a curiosa pequeña joya que juega a no ser de autor y que no puede evitar serlo, en los detalles.

Y ni siquiera es la primera vez que White escribe para niños, y tampoco será la última —tiene por delante la siguiente entrega de Gru—, pero tiende a no recordarse, o a obviarse que lo hace. No ocurría así con la genial Barbara Euphan Todd. Puede que no les suene de nada Barbara Euphan Todd. En parte, porque nació en 1890, y se hizo famosa, famosísima, en tanto escritora para niños, en los años 30 del siglo pasado. El personaje protagonista de sus historias era un espantapájaros llamado Worzel Gummidge. Jon Pertwee, el actor —y tercer Doctor de la mítica serie de ciencia ficción 'Doctor Who'—, interpretó a Worzel en televisión. Lo que ocurría en esas historias era que el tal Worzel era un enorme niño más, y le ocurrían todo tipo de cosas.

Todd empezó a escribir en los años 20, y al principio, era algo que hacía con su marido, el comandante naval John Graham Bower. El matrimonio apenas duró ocho años, porque Bower —con quien Todd escribió algo llamado 'The Touchstone' que se ha comparado con el 'Puck de la colina de Pook' de Rudyard Kipling— murió. Y hay algo de él, o de la voz con la que debió convivir Barbara Todd desde entonces en Reid, el carpintero náufrago de su única y apasionante y divertidísima novela para adultos, publicada en 1946, y recién llegada —¡afortunadamente!— a las librerías españolas. ¿Su título? Un ingenioso y directo 'La señorita Ranskill vuelve a casa' (Hermida Editores). Porque lo que hace en él la señorita Ranskill, efectivamente, es volver a casa. Pero vuelve desde una isla desierta.

Barbara Euphan Todd despeja brillantemente la incógnita sobre lo que ocurriría si un náufrago —una náufraga, en su caso, ¿y por qué será que esa palabra no parece haber sido usada siquiera por la ficción?— llegase a una isla desierta ya habitada por otro náufrago, y a la vez, convierte el ridículo accidente de su protagonista —se cayó por la borda de un lujoso crucero, tratando de atrapar su sombrero, que había salido volando—, en el punto de partida de un viaje que la cambiará para siempre, pero no necesariamente en sus costumbres —a sus 39 años, vuelve de la isla desierta, donde ha pasado cuatro, tal y como se fue: virgen—, sino en su manera de concebir el mundo, y la vida. ¿O acaso entiende a su vuelta la diferencia entre los seres humanos? ¿Por qué debería existir?

Lo que ocurre en el tiempo en el que la señorita Ranskill pasa en la isla desierta —isla en la que entierra al carpintero, de hecho, es así como se abre el libro, con el fin de una época para el personaje, de repente, solo ante el abismo— es que estalla la Segunda Guerra Mundial y que, a su vuelta, cree que ha perdido la cabeza, porque es incapaz de reconocer el mundo por el que suspiraba en aquella isla desierta. He aquí la maestría de Todd: le da la vuelta al tópico del náufrago —e inventa a la náufraga— para explorar lo alienante de la guerra, o cómo aquello que entendemos por realidad a veces —quién sabe si siempre— no es más que un espejismo. A Todd, por cierto, le ha ocurrido siempre lo contrario que a White. Porque, para lo literario también, adultos y niños viven en planetas distintos.