La lucha por dignificar el oficio

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Anna Maria Ricart, presidenta de la Associació Catalana de Dramatúrgia, Sergi Belbel y Marta Buchaca.

Anna Maria Ricart, presidenta de la Associació Catalana de Dramatúrgia, Sergi Belbel y Marta Buchaca. / Ferran Nadeu, Jordi Otix y Joan S. Puig Pasqual

Marta Cervera

Marta Cervera

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La dramaturgia catalana atraviesa desde hace años un momento dulce. Las obras salen de Barcelona, hacen temporada en Madrid y se traducen a otros idiomas para hacer carrera internacional. Pese a todo, muy pocos autores logran vivir de las piezas que escriben. La mayoría dan clases, dirigen montajes, escriben guiones de cine o televisión o hacen otros trabajos para poder asegurarse el sustento. Pueden ganar mucho dinero si una obra triunfa y está mucho tiempo en cartel. Pero, si no es así, ¿cómo llegan a fin de mes?

Se pueden contar con los dedos de una mano los dramaturgos que viven sólo de escribir textos. Tradicionalmente su situación ha sido precaria, como la de la mayoría de creadores que se dedican al mundo del espectáculo. Pero los estragos provocados por la pandemia han servido para unirles. Cuando salieron las ayudas para los artistas, los autores se percataron que su figura no estaba contemplada y decidieron organizarse como colectivo para defender sus derechos laborales en la Associació Catalana de Dramatúrgia. "Ya superamos el centenar de autores en activo y hay de todo, nombres conocidos y gente que está empezando", dice Anna Maria Ricart, su presidenta. Ricart, Premio MAX 2015 a la mejor adaptación teatral por 'Fuenteovejuna. Breve tratado sobre las ovejas domésticas' y autora de 'Encara hi ha algú al bosc' también es responsable de la adaptación de 'La madre de Frankenstein', recientemente vista en el TNC.

'Amèrica', escrita por Sergi Pompermayer y dirigida por Julio Manrique.

'Amèrica', escrita por Sergi Pompermayer y dirigida por Julio Manrique. / EPC

La asociación vela por los derechos laborales de quienes se dedican a la dramaturgia, un trabajo muy solitario. "No nos habíamos preocupado de esto antes porque cada uno trabaja por su cuenta, pero la asociación ha permitido compartir información y ayudarnos entre nosotros", explica Ricart. La ACD cuenta con un servicio jurídico, dos abogados que les asesoran en temas legales. "Lo más importante es el 'Manual de buenas prácticas' que estamos elaborando para mejorar la relación entre nosotros y los productores o las salas de teatro".

Para algunos autores de presitigio como Sergi Belbel, que además es director teatral, el autor debería cobrar tanto como el director.

Algo tan básico en el siglo XXI como la firma de un contrato al empezar un trabajo está entre sus prioridades. "A menudo firmas el día antes del estreno de una obra. Esto debería cambiar porque no tener un contrato te deja en una situación de indefensión total". Aspiran a "cambiar la inercia y la manera de trabajar, porque el autor empieza a escribir antes que los actores o que el director, pero ellos cobran antes que tú, desde los ensayos". Además, recuerda, "a todos nos ha pasado alguna vez que te encarguen un proyecto pero al final cae la producción y no recibes nada". El objetivo es "dejar claras cuáles son sus obligaciones y las nuestras, porque unos derechos conllevan unas responsabilidades". Entre estas últimas figura la de presentar la obra dentro de un plazo determinado. "Es cuestión de entendernos, de regular este trabajo".

'L'illa deserta' de Marc Artigau, con Miki Esparbé y Maria Rodríguez.

'L'illa deserta' de Marc Artigau, con Miki Esparbé y Maria Rodríguez. / EPC

La diferencia de honorarios entre lo que se paga por la dramaturgia y por la dirección es otro punto a estudiar. "El dramaturgo está invisibilizado, parece más importante el director, que siempre cobra más que el autor". Sin obra, no hay estreno, está claro. Pero si no se montan tus piezas es imposible darte a conocer. No es lo mismo ser un autor conocido que uno que empieza, ni estrenar en un teatro grande que una sala pequeña, en uno público o en uno privado. Las condiciones varían en cada caso pero la ACD quiere convertirse en interlocutor con las instituciones públicas y privadas para marcar unos mínimos y conseguir mejores condiciones para dignificar el sector de la dramaturgia.

Lo que no puede ser es que si fracasa un montaje el único que no gane dinero sea el autor porque menos él cobran todos: actores, director, escenógrafo...

Para algunos autores de prestigio como Sergi Belbel, que además es director teatral, el autor debería cobrar tanto como el director. "Si uno tiene un éxito como 'FitzRoy', cobra mucho en derechos de autor. Pero si te programan un mes en una sala pequeña, como le pasa a muchos, los derechos de autor no te llegan para pagar el alquiler. Nunca llegas a cobrar lo mismo que un director y esto no tiene lógica". Los derechos de autor proporcionan buenos ingresos si la obra se representa muchas veces y llena teatros. Cuanto más tiempo en cartel, mejor. Pero a diferencia de Madrid, en Barcelona la mayoría de obras suelen durar poco y si tienen éxito suelen regresar la siguiente temporada.

¿Cuánto gana un dramaturgo?

Los derechos de autor suelen suponer un 10% de las entradas vendidas. Si hay traductor, se lleva una parte, entre un 2% y un 3% y a veces si te han encargado el tema, los productores también se llevan una parte. En el caso de una adaptación, si hay una agencia o herederos que gestionen los derechos, también se llevan una parte. El 90% restante de la taquilla se reparte entre el responsable del teatro y la compañía. Hace años que las compañías en Catalunya batallan por tener más del 50-50 y han conseguido cobrar márgenes mayores. Ahora el porcentaje más habitual es de 60-40. Es del 70-30 en grandes espectáculos. Sólo en los teatros públicos, el TNC y el Lliure las compañías van a caché, cobran un fijo por producción.

'El crèdit' de Galceran, uno de los grandes éxitos de taquilla.

'El crèdit', de Jordi Galceran, uno de los grandes éxitos de taquilla. / EPC

Cuando se firma un contrato para escribir una obra, el dramaturgo recibe un adelanto, un monto conocido con el término francés de 'à-valoir'. Es una fórmula de adelanto de los derechos de autor que desde la ACD abogan por mejorar. "Cuando se monta una obra, todos cobran menos que el autor porque el 'à-valoir' que te dan es un prepago de derechos de autor", dice Belbel. "Hay que separar el dinero que te pagan por escribir una pieza de los derechos de autor que recogerá la obra cuando se exhiba". Incluso cuando se trata de montar una obra que ya tienes escrita, afirma, se debería pagar algo, un mínimo. ¿Cuál sería el precio? ¿Cómo se calcularía? "Es difícil saber porque habrá casuísticas diferentes, pero deberían existir unos mínimos. Hemos de dignificar la profesión. No queremos cobrar el oro y el moro, pero si hago un trabajo que me supone tres meses de dedicación quiero poder pagar el alquiler este tiempo", dice Ricart.

Por ahora el 'Manual de buenas prácticas' está muy avanzado. Si todo va bien estará listo este mismo año, puede que antes de seis meses. Pero de poco servirá si los productores y exhibidores no lo tienen en cuenta. Por eso les gustaría contar con el apoyo de la Generalitat antes de presentarlo a Adetca (Asociació d'empreses de teatre de Catalunya), a los centros de creación y a los teatros públicos.

Jordi Galceran, autor de 'FitzRoy', su nueva comedia, junto a las actrices protagonistas. De izquierda a derecha: Sara Espígul, Míriam Iscla, Sílvia Bel y Natalia Sánchez.

Jordi Galceran, autor de 'FitzRoy', su nueva comedia, junto a las actrices protagonistas. De izquierda a derecha: Sara Espígul, Míriam Iscla, Sílvia Bel y Natalia Sánchez. / ROS RIBAS

Establecer unos mínimos

Cada obra puede tener un resultado diferente ante el público pero el trabajo del autor es el mismo. "Hay textos buenos que no triunfan aquí y sí en otros lugares. Textos regulares que interpretados por grandes autores triunfan y textos buenos que no tienen éxito. Lo que no puede ser es que si fracasa un montaje el único que no gane dinero sea el autor porque menos él cobran todos: actores, director, escenógrafo...", apunta Belbel.

Si el dinero que te pagan por un encargo te lo descuentan de los derechos de autor, es decir, es un avance de lo que cobrarás, ¿dónde está el riesgo para el productor? Desde la ACD abogan por marcar unas tarifas mínimas para los encargos. "Igual que los actores se han organizado para defender sus derechos y cobrar unos mínimos por ensayos, nosotros también debemos hacerlo", dice Ricart.

El dramaturgo Josep Maria Miró.

El dramaturgo Josep Maria Miró. / Carlos Montanès

El oficio de dramaturgo no da para vivir. "Estamos fatal, menos dos o tres, nadie vive de escribir". Marta Buchaca, autora y directora que se convirtió en productora para estrenar sus obras, lo corrobora. "Yo puedo vivir de esto porque lo compagino con guiones de cine. Y ya no doy clases. He tenido éxitos pero también he perdido dinero con el teatro", dice la autora de 'Playoff'. Aunque sus obras se han estrenado en el extanjero, asegura que la situación para los dramaturgos en Catalunya es compleja y precaria. "Cuando yo empecé, ganar un premio te colocaba en el mapa. Ahora ya no es así. Además, hay menos".

Ivan Andrade denunció estas Navidades la difícil situación de los dramaturgos con un título contundente, 'La millor obra que no veureu mai', en una sala pequeña. Su escritura está inspirada en una realidad que conoce bien, la dificultad de estrenar y vivir del teatro como autor. Él se ha convertido en productor pluriempleado: escribe, dirige, se ocupa de las luces, el sonido y de lo que haga falta. "Acabo de cerrar los números del 2023 y casi he llegado al salario mínimo. Hemos triplicado la facturación respecto a 2022". Y pese a no lograr estrenar 'Elysium' -finalista del Bruntwood Award de Inglaterra-, en mayo ofrecerá una versión reducida adaptada al Tantatantana.

La Beckett y el Torneig de Dramaturgia, pilares de un logro: escribir teatro en catalán

Ahora son muchos los que escriben en catalán y el relevo generacional no solo está asegurado, sino que apunta maneras. "Es un motivo de satisfacción muy grande. Benet i Jornet ya lo pudo ver antes de morir", dice Belbel. Benet i Jornet escribía teatro en catalán cuando muy pocos lo hacían, y en los 90 se convirtió en un autor consolidado, popular también por su trabajo en televisión como impulsor de las primeras telenovelas catalanas.

La Sala Beckett fundada por Sanchis Sinisterra ha sido uno de los pilares del 'boom' de la dramaturgia catalana. También ayudó el T6, lanzadera de nuevos autores creada por Belbel en su etapa como director del TNC, como lo ha sido el Torneig de Dramaturgia del Festival Temporada Alta creado hace 10 años, que esta última edición se ha llevado Lali Álvarez. De ese peculiar torneo surgieron éxitos como 'El crèdit', de Galceran, que desde que empezó con 'Paraules encadenades' en el Romea en 1997 ha desarrollado un don especial para construir artefactos teatrales que conectan con el espectador.

Hoy el teatro catalán tiene una gran proyección y ofrece una amplia panorámica de géneros: drama, vodevil, comedia, textos experimentales o teatro-documento. La temporada pasada se estrenaron éxitos como 'Amèrica', de Sergi Pompermayer y 'FitzRoy', lo último de Jordi Galceran, que fue todo un fenómeno pero también tuvieron repercusión obras tan diametralmente diferentes como 'El cos més bonic...' de Josep Maria Miró, un texto complicadísimo pero con una espectacular carrera, 'L' illa deserta' de Marc Artigau o 'Quan temps em queda?', de Marta Buchaca.