'Escriure en català 2023'

Escribir en catalán es hacerlo en precario: sólo dos de cada diez autores vive de la literatura

En el 2023 las ventas de libros en catalán, estancadas tras la pandemia, aumentarán un 12%

La librería Finestres de Barcelona.

La librería Finestres de Barcelona. / JORDI COTRINA

Leticia Blanco

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El sector editorial catalán va viento en popa, con unas previsiones que apuntan a un incremento del 12% de las ventas este 2023. Pero esa bonanza sigue sin trasladarse a los escritores y traductores en lengua catalana, que siguen en una situación “precarizada” según el presidente de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana (AELC), Sebastià Portell, que este miércoles ha presentado el estudio 'Escriure en català 2023', elaborado a partir del testimonio de 665 miembros de la asociación. Entre las muchas cifras que arroja destaca que sólo el 22% de los escritores se dedica exclusivamente a la literatura. “Es contradictorio que la mejora tan relevante dentro del sector no tenga un impacto en el oficio, y más cuando existe un incremento en los presupuestos públicos destinados a la cultura”, denuncia Portell.

Trabajar sin contrato

De los 492 socios que indican que han hecho algún trabajo remunerado aparte de escribir y traducir, el 58,3% se ha dedicado sólo a un único trabajo paralelo, el 20,5% ha hecho dos diferentes, y el resto (el 21,2%) ha hecho al menos tres trabajos distintos en los últimos 5 años. Dentro del trabajo extra para subsistir, al margen de lo literario, lo que más abunda son trabajos que tienen una relación directa con la escritura y la traducción y el trabajo más común es el de profesor de secundaria y bachillerato (un 17%). También son destacables los porcentajes de correctores (13%), profesores de enseñanza superior (13%), gestores culturales (12%) y periodistas (11%).

Aunque un 47% ya lo hace mediante un contrato (en 2014 solo era un 10%), todavía existe un 29% de trabajos, casi uno de cada tres, que se realizan sin un contrato de por medio. Seis de cada diez autores participan habitualmente en actos, actividades como clubes de lectura y presentaciones, pero en el 21% de los casos, esa participación no está remunerada. Tan solo uno de cada tres se sienta a negociar sus contratos, aunque la experiencia demuestra que merece la pena hacerlo. Un 29 % de los socios dice no "firmar nunca contratos editoriales" o que solo los firma "a veces" y hay un 21 % de autores que no recibe "ninguna" remuneración por su participación en actos literarios y festivales, lo que para Portell califica de "alarmante".

Sesgo de género

En cuanto al sesgo de género, éste sigue existiendo y se manifiesta de diferentes formas. Ellas empiezan a escribir más tarde y negocian menos sus contratos, y a ellos se les hace más caso cuando recomiendan traducciones. Los hombres actúan como «recomendadores» frente a los editores mucho más que las mujeres (el 62,5% frente al 35,4%).

Las mujeres comienzan a escribir algo más tarde que los hombres, ya que sólo el 9% inicia su actividad antes de los 20 años, mientras que el 19% de los hombres lo hace a esa edad; en cambio, lo hacen con mayor frecuencia a partir de los 40 (el 27% de mujeres y sólo el 19% de los hombres). Mientras que la diferencia entre la edad con la que se inician los hombres y mujeres en la escritura y la traducción es de 4 años (29,8 años los hombres y 33,8 años las mujeres), en el caso de la publicación de la primera obra esta diferencia se acorta hasta poco más de 3 años (36,0 años los primeros y 39,2 las segundas).

Los hombres son bastante más autodidactas que las mujeres (58% ellos y 38% ellas), mientras que en las mujeres tiene mayor peso la llegada a la escritura a través de estudios universitarios (ellas el 24%, ellos el 18%) o de la realización de talleres y cursos (ellas 21%, ellos 10%).

Otro de los apartados en los que existe desigualdad es en la concesión de ayudas: las mujeres piden más ayudas o becas que los hombres (36% ellas y 28% ellos), pero se les conceden menos (55% y 62% respectivamente). Este desequilibrio ocurre con otros dos colectivos: los autores más jóvenes piden más (51%) pero no se les conceden tantos (65%) como en el caso de los mayores de 64 años (solo pide 19%, pero se les concede en el 69% de los casos); y aquellos que escriben y traducen (el 34% pide pero se les concede al 74%), que no tienen tanto éxito como los traductores, que piden en menos ocasiones (el 24%) pero obtienen proporcionalmente más (el 89%).

Los traductores, los grandes olvidados

Los traductores, una de las partes más frágiles del gremio que en los últimos tiempos ha protestado por sus derechos, ven como su realidad ha cambiado: en el 92% de los libros traducidos consta el nombre del traductor (algo obligatorio por ley, pero que en 2014 solo cumplía el 70% de los títulos) y el 60,6% de los libros traducidos incluye el nombre del traductor en la cubierta. El nombre de los hombres aparece más veces en la cubierta y en los carteles o programas (en el caso de los hombres el 64% y en el de las mujeres el 58%), mientras que el de las mujeres aparece en los créditos o en la primera página en mayor proporción que el de los hombres (61% y 38% respectivamente las mujeres, 54% y 35% los varones).