Giuseppe Verdi

La confrontación política agita la ‘prima’ en La Scala de Lluís Pasqual

La identificación por parte de la policía de personas que corearon gritos antifascistas durante el estreno de 'Don Carlo' suscita polémica en Italia

La superviviente de Auschwitz Liliana Segre en La Scala.

La superviviente de Auschwitz Liliana Segre en La Scala. / Daniele Mascolo / Reuters

Irene Savio

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Era el día de Lluís Pasqual en La Scala de Milán y su interpretación de Don Carlo, una de las óperas más bellas de Giuseppe Verdi. El público era de los más selectos. Entre ellos: el cineasta Pedro Almodóvar, la rockera Patti Smith y el bailarín italiano Roberto Bolle. Pero finalmente, por segundo año consecutivo, la apertura del gran teatro milanés el jueves ha sido de alto voltaje político. Y nuevamente la polémica se ha fraguado incluso antes de que se levantara el telón. En concreto, con estos gritos pronunciados desde las gradas: "¡Viva la Italia antifascista!”, y luego, “¡Viva la Resistencia!”, en referencia al movimiento de partisanos que luchó contra el fascismo italiano (1922-1945)

Eso fue lo que se oyó al acabar la orquesta de tocar el himno italiano y lo que ha terminado por calentar los ánimos en Italia. La razón: un extraño incidente con la policía italiana que identificó a los autores de los gritos (para luego negar que eso estuviese relacionado con el contenido de las frases), lo que no gustó nada a los partidos opositores de centroizquierda

“Un curiosidad: ¿era necesario identificar a alguien que grita Viva la Italia antifascista?”, preguntó el diputado del partido centrista Azione, Ettore Rosato. A esta persona “le deberían dar las gracias” ya que “ha recordado en voz alta la esencia de nuestra República”, criticó Francesco Verducci, senador del Partido Demócrata (PD). “Quien viene a La Scala a gritar tiene problemas”, les respondió Matteo Salvini, líder de la ultraderechista Liga y socio de Giorgia Meloni.

Pattti Smith en el estreno de Lluís Pasqual en La Scala.

Pattti Smith en el estreno de Lluís Pasqual en La Scala. / Daniele Mascolo / Reuters

Opresión y poder

El desenlace no ha sorprendido a todos. No solo porque Don Carlo toca temas como el poder y la opresión. O porque que, en los días previos, el propio Pasqual dijo que el enfoque de la obra en el nacionalismo sigue siendo actual mientras continúa el sufrimiento en Oriente Medio. También porque, dada la ausencia del presidente de la República, Sergio Mattarella, había sido colocado en el Palco Real (al lado de Liliana Segre, superviviente de Auschwitz) el presidente del Senado, Ignazio La Russa, hijo de un dirigente del extinto Partido Nacional fascista y procedente del ala más a la derecha de la formación de Meloni, Hermanos de Italia (que lidera la coalición de Gobierno desde 2022).

De ahí que los sindicatos protestasen incluso antes del estreno de la ópera. “Los fascistas no son bienvenidos en el teatro La Scala”, escribieron en un comunicado. "(La presencia de) Salvini y La Russa me incomodaba. No grité muy fuerte pero tengo una buena voz”, ha dicho, por su parte, una de las personas identificadas, el periodista Marco Vizzardelli, un veterano loggionista de 65 años.

Pedro Almodóvar en el estreno de 'Don Carlo'.

Pedro Almodóvar en el estreno de 'Don Carlo'. / Daniele Mascolo / Reuters

Herencia antifascista

El alma contestataria de La Scala, en verdad, no es completamente nueva. En plena dictadura de Benito Mussolini, por ejemplo, el célebre director de orquesta Arturo Toscanini se negó a tocar el himno del partido fascista, lo que luego pagó con una paliza de las temidas Camisas Negras (milicias fascistas). Y, derrotado el fascismo, siempre Toscanini volvió a contratar a su director del coro, Vittore Veneziani, quien había sido obligado a abandonar su empleo a partir del año 1938 por las leyes raciales contra los judíos impuestas por Mussolini. 

Más aún, tampoco es la primera vez que La Scala está en el centro de una polémica política en tiempos más recientes. Tan solo el año pasado, el anuncio del teatro milanés de abrir su temporada con Boris Godunov, la obra del compositor ruso Modest Musorgski, provocó la indignación de la comunidad y las autoridades ucranianas en Italia.

Sin embargo, en ese caso, La Scala se defendió al argumentar que había tomado la decisión tres años antes, mucho antes del inicio de la invasión rusa de gran escala de Ucrania. Además, La Scala también recordó que había manifestado claramente su posición sobre el conflicto al prescindir meses antes del director Valeri Gergiev, tras que éste se negara a pronunciarse contra la guerra.