Fraude fiscal
Barcelona se desentiende de la cita de Shakira con la justicia
"Ahí vamos", ha dicho la cantante al llegar a la Audiencia Provincial, donde la esperaban poco más de una decena de fans
Shakira admite el fraude a Hacienda pero elude entrar en la cárcel
Rafael Tapounet
Periodista
“Ahí vamos”. Es todo lo que se le ha oído decir a Shakira a la entrada del Palacio de Justicia de Barcelona. No hay mucho que rascar en ese “ahí vamos”, más allá de constatar que, a la luz del acuerdo alcanzado con las acusaciones para eludir el juicio por fraude a Hacienda, ha sonado bastante más resignado que desafiante. Una desangelada manera de poner fin a los últimos lazos que todavía mantienen a la cantante colombiana atada a una ciudad en la que ha vivido más de una década y en la que ha traído al mundo a dos hijos, pero que nunca ha llegado a considerar como suya.
Una ciudad que, por otra parte, y de una manera muy barcelonesa, se ha desentendido casi por completo de ese postrero acto de rendición de Shakira Isabel Mebarak Ripoll. Frente al centenar de periodistas desplegados en el paseo de Lluís Companys para dar noticia de la llegada de la artista a la sede de la Audiencia Provincial, el número de fans congregados con el propósito de mostrar su apoyo a Shakira apenas superaba la decena. Y, además, iban por libre; ni siquiera se habían organizado para preparar una pancarta o un triste cartel con un mensaje de ánimo. Nada.
En el último momento
Si el inicio del juicio estaba programado para las diez, la cantante de Barranquilla ha decidido esperar hasta casi el último momento para hacer acto de presencia. Diez minutos antes de esa hora, el movimiento de los agentes de los Mossos d’Esquadra ha hecho pensar que la aparición de la estrella era inminente. Y, en efecto, a las 9,53 horas, un monovolumen Mercedes de color negro se ha detenido en la esquina de Lluís Companys con Buenaventura Muñoz (hasta la elección del vehículo ha resultado tristemente previsible; habría sido un gesto sublime que Shakira hubiera bajado del H-16 o el V-19, que tienen parada a escasa distancia). Y ahí ha permanecido varios minutos, con las puertas cerradas y las luces de emergencia encendidas, hasta que el abogado Pau Molins, ataviado ya con la preceptiva toga, ha salido del edificio de los juzgados para ir a recoger a su clienta.
Solo entonces se ha dejado ver la cantante. Con un traje de chaqueta rosa palo, gafas oscuras y unos zapatos de tacón muy respetable, ha recorrido unos 50 metros y ha subido los 12 escalones de piedra del Palacio de Justicia. Sin mucho revuelo. Apenas se han escuchado un par de gritos de aliento –“¡Shakira, te queremos!”, “¡Fuerza Shakira!”-, a los que la cantante ha respondido lanzando un beso al aire con expresión un poco mustia. En la puerta la esperaban un grupo de abogados, funcionarios y periodistas. “Ahí vamos”, ha dicho. Y para adentro. En el exterior, los pocos fans presentes se miraban sin saber muy bien qué hacer mientras, a muy pocos metros, unos practicantes de yoga realizaban el saludo al sol.
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