Indios de Barcelona

Dionís Olivé: melodramas con sifón (y olivas aliñadas)

El líder del infortunado grupo de culto Melodrama reúne sus inspiradísimas letras en un libro delicioso

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Dionís Olivé.

Dionís Olivé. / Ana Puit

Rafael Tapounet

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“He oído decir, y lo he visto escrito en alguna parte, que Melodrama es un grupo de culto; espero que no se trate de un culto satánico”. Así, con esa mezcla de modestia y distancia irónica que le es tan característica, Dionís Olivé (Barcelona, 1952) despacha la historia del grupo que él mismo fundó en el Poblenou junto con su hermano Toni en 1976. En esa bisagra temporal que cerró la década de los 70 y dio paso a los refulgentes años 80, la irrupción de Melodrama fue como la promesa de un mundo nuevo en el que la modernidad no iba a estar reñida con el humor ni con los buenos modales. Un mundo que nunca llegó a existir, o no del todo. Melodrama pudo haber sido en su época el grupo de pop más importante de Barcelona (de una manera un poco retorcida, tal vez lo fue). Hoy apenas lo recuerdan un puñado de irreductibles seguidores.

Entre 1979 y 1980, Melodrama fue la banda de acompañamiento del sublime Jaume Sisa, asociación de la que salieron unos cuantos conciertos memorables y un disco, ‘Sisa i Melodrama’, que tendía un puente entre la onda layetana y la nueva ola que nadie más que ellos pareció querer transitar. Después, ya sin el cantautor galáctico, publicaron dos ‘singles’ (el primero contiene las canciones ‘No me digas que me dejas’ y ‘Tú, yo y el Tibidabo’ y es uno de los artefactos sonoros más reivindicables que ha dado el pop catalán en toda su historia) y dos elepés cuyos títulos explican la errática trayectoria de la banda mejor que mil biografías: ‘L’èxit truca a la porta’ y ‘Grandes fracasos 1976-1991’ (en 2008, tras un largo periodo de inactividad, el grupo protagonizó un discreto ‘comeback’ y puso en circulación el elepé ‘Dilluns a Tànger’).

En efecto, tal como vaticinaba la canción homónima, el éxito llamó a la puerta de Melodrama pero nadie fue a abrir. Dionís Olivé, cantante, compositor y líder, no tiene reparo en cargar con la responsabilidad: “Si hubiera perseverado exclusivamente en la vía artística en vez de ponerme a trabajar en otras cosas simultáneamente, estoy más que seguro de que los Melodrama podríamos perfectamente malvivir de la música”. Toni Olivé, bajista, matiza un poco esa afirmación: “Es verdad que nunca nos matamos mucho para buscarnos la vida en la música porque pensábamos que, haciendo algo más o menos bueno, el reconocimiento ya llegaría por sí solo. Pero hubo otras cosas que tampoco ayudaron”.

Pullovers en la era punk

Decisiones artísticas como aparecer en las portadas de los discos con chalecos verdes de punto con cuello de pico o recurrir a los servicios como productor de Tony Ronald en plena eclosión de la movida madrileña contribuyeron más bien poco a disipar la confusión. En la era del imperdible y la cazadora de cuero, el grupo publicó un fanzine llamado... ¡‘Pullover’! Todo muy punk. “La discográfica [CBS] no entendió nada y quiso vendernos como si fuésemos los Pecos”, dice Toni Olivé.

Toni y Dionís Olivé, en la presentación de 'Melodramas hecho canción'.

Toni y Dionís Olivé, en la presentación de 'Melodramas hecho canción'. / Ana Puit

Una pena, porque el pop amable y personalísimo de Melodrama y, sobre todo, las estupendas letras de Dionís Olivé merecían mejor suerte. Para regocijo de sus pocos pero entregados fans, el cantante ha reunido ahora más de un centenar de canciones (algunas en doble versión catalán-castellano) en un delicioso librito autoeditado, ‘Melodramas hechos canción’, que tiene el aliciente de incluir un montón de textos de composiciones que nunca vieron la luz. “Tenía que hacerlo por el tópico ese del libro, los hijos y el árbol –explica-. Yo ya había escrito un árbol y había plantado tres hijos, así que solo me quedaba esto”. Entre las piezas inéditas destaca el inmortal ‘hit’ primerizo ‘Viciós’, que viene a ser algo así como una relectura del ‘Heroin’ de los Velvet Underground en clave de vermut con sifón en la que el autor confiesa su adicción a las aceitunas. “Em diuen que no segueixi / que tingui voluntat ferma / que es comença amb alinyades / i s’acaba amb les rellenes”.

Con un pie en el costumbrismo irónico pero emocionante de Ray Davies y otro en el fatalismo resignado de los tebeos de la escuela Bruguera, las canciones de Dionís Olivé despliegan una fabulosa galería de antihéroes condenados a encajar con elegancia las consecuencias de sus lamentables decisiones. Algunos de ellos salieron a pasear el pasado lunes, durante el acto de presentación del libro en una biblioteca del Poblenou; fue una cálida ceremonia entre amigos en la que el autor tuvo a bien colgarse la Gibson Les Paul y cantar versiones despeinadas de hitos de su carrera como ‘Tu, jo i el Tibidabo’ (en catalán), ‘Jo no vull comprar una enciclopèdia’ y la imbatible ‘Hay muchos Pérez López’. Y, sí, tal vez haya muchos Pérez López, pero Dionís Olivé solo hay uno. Cuidémosle un poco mejor.