La polémica gira ‘alpha’

Aitana, tras el alboroto: un ‘show’ simpático y juguetón en el Palau Sant Jordi

Concierto de Aitana en el Sant Jordi

Concierto de Aitana en el Sant Jordi / FERRAN NADEU

Jordi Bianciotto

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El tránsito de la candidez al golpe de pelvis, y “de la niñez a los asuntos” (como cantaba el sabio Raphael), no es nuevo en la música, y entre las vedetes pop es corriente el paulatino calentamiento lírico: ya en su día, Britney, Christina, Miley… Y ahora, Aitana Ocaña, encendiendo debates morales (y moralistas) con el ‘alpha tour’, que este sábado sirvió entretenimiento, trazos de iniciación y algunas simpáticas tonadas en la primera de sendas noches en el Palau Sant Jordi. 

La discusión sobre si es cabal o no que una niña de seis años baile feliz con estribillos tipo “cuánto más me comes, más me gusta” (‘Los Ángeles’) la dejaremos para otras secciones del diario. Todo este juego promocional (poco novedoso en el fondo) tapa la evaluación artística de Aitana, que en ‘alpha’ ha dado un giro del pop-rock guitarrero a un guion dance-house de tacto electrónico con anclaje en los 90. Cancionero de inspiración irregular, hay que decir, pero portador de algunos estribillos con gracia que prendieron en la sala, como ‘AQYBE’ (loa al ligoteo sin mala conciencia: “ahora que ya no estás, voy a besarme con alguien más”) y ‘En el coche’, que Aitana defendió contoneándose con sus altas botas de tacón y cantando (bien) con su voz aniñada, complacida porque gradas y pista le hicieron caso y se vistieron de blanco. El color de la pureza y el de su brusa (que no se cambió en todo el ‘show’). 

En posición horizontal

Ella se muestra como un reflejo de sus fans, anunciando que va a llorar muchísimo por la emoción de cantar en casa (y así fue al presentar la balada ‘The Killers’, inspirada en su ‘partenaire’ Sebastián Yatra) y hablando de los seis años transcurridos desde su entrada en ‘OT’ con creíble naturalidad. “Jopé, tengo 24 y han pasado muchas cosas”. Desde luego: ahora Aitana se mueve (aunque no mucho: no es ninguna bestia escénica) en un estiloso montaje en forma de letra alfa, con un cuerpo de danza que la acompaña en su carrusel de insinuaciones. O algo más que eso: en ‘miamor’ se colocó en posición horizontal sobre uno de los bailarines, amagando con movimientos que habrían deleitado a la Madonna del ‘Blond ambition tour’.

Aitana no va de diva pop ni pretende impresionarnos; ni siquiera su perfil ‘sexy’ va más allá del gag coreográfico travieso. Conserva algo de la vecina de al lado que ensaya poses en el espejo (o en Instagram), y el concierto fue más variado que el disco, con otros registros en las repescas de ‘Mon amour’ y ‘Mariposas’. Entre las novedades, el subidón de ‘Pensando en ti’ y ‘Otra noche sin ti’, más acertadas que esa deriva de ‘Las babys’, a base del éxito Europop noventero ‘Saturday night’, de Whigfield. El pop actual no pierde de vista el reciclaje.

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