Festival de San Sebastián

‘El sueño de la sultana’, la posibilidad de una utopía feminista

SPAIN-CINEMA-FILM-FESTIVAL

SPAIN-CINEMA-FILM-FESTIVAL / ANDER GILLENEA

Nando Salvà

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De primeras, el dato puede impactar: ninguna de las primeras 70 ediciones del Festival de San Sebastián incluyó cine de animación europeo en la competición por la Concha de Oro. “Durante mucho tiempo, en todos los ámbitos cinematográficos se dio por buena esa falacia según la que el cine de animación es solo para niños, pero afortunadamente las cosas están cambiando”, aclara con tono conciliador Isabel Herguera, directora de la película gracias a la que, en su año 71, el certamen ha roto la estadística. Se titula ‘El sueño de la sultana’, está inspirada en el cuento homónimo que la bengalí Rokeya Hussain escribió a principios del siglo pasado y que, según afirma ella misma, cambió la vida a la animadora y cineasta donostiarra. ”Gracias a él me he concienciado mucho sobre mi condición de mujer, y sobre la complicidad que me une a todas las otras mujeres independientemente de lenguas, culturas y colores de piel”.

Su debut en el largometraje -tiene a sus espaldas una larga carrera en los campos del cortometraje, la publicidad y el arte visual-, empezó a tomar forma hace más de una década, cuando descubrió el libro de Hussain durante uno de los frecuentes periodos que solía pasar en India; su portada ilustraba a una mujer metida en una nave espacial, y sus páginas imaginaban un territorio utópico llamado Ladyland en el que las mujeres poseían no solo el conocimiento sino también el poder político y económico mientras los hombres vivían recluidos en el hogar. La adaptación de ese relato, eso sí, solo ocupa una de las diversas líneas argumentales de la película. A lo largo de su metraje, ‘El sueño de la sultana’ también recorre la biografía de la escritora y, a partir de los cuadernos de viaje que Herguera recopiló a lo largo de estos años y usando a un personaje llamado Inés con vocación de ‘alter ego’, funciona a modo de crónica de su propio proceso de creación. En conjunto, explica la directora, la película “refleja un viaje muy personal pero al mismo tiempo responde a una necesidad social: seguir con la ruptura de una lógica del poder agarrotadas y absurda, demostrando qué absurdos son los roles que durante tanto tiempo hemos adoptado respectivamente los hombres y las mujeres”.

Es cierto que, en general, ‘El sueño de la sultana’ no muestra la energía y la claridad narrativas necesarias para hacer que esas tramas avancen y dialoguen entre sí, pero compensa sobradamente esa carecia a través de una sucesión de imágenes que deslumbran e hipnotizan sirviéndose de tres técnicas distintas de animación. “Para recrear la historia que se narra en el cuento original recurrimos a las creaciones surgidas en unos talleres que impartí con mujeres indias y reproducidas con mendhi, la técnica de tatuajes temporales hechos con henna”, explica Herguera. “Para recrear la vida de Rokeya Hussain usamos una técnica similar a las sombras chinescas, y el resto de la película ha sido desarrollada a través de la animación tradicional”. El resultado de esa combinación de ningún modo es solo para niños, pero no renuncia en absoluto al público infantil. “Yo no sé si ‘El sueño de la sultana’ es feminista, pero lo que más me interesa lograr con ella es que la vean las niñas, que se empapen de la historia que cuenta, y que se contagien de su espíritu”.

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SPAIN-CINEMA-FILM-FESTIVAL / ANDER GILLENEA

Cine para los cinco sentidos

También destacada entre las películas aspirantes a la Concha de Oro presentadas hoy, ‘All Dirt Roads Taste of Salt’ es otra ópera prima que privilegia el punto de vista femenino renunciando a la narración lineal. Su directora, la poeta y fotógrafa estadounidense Raven Jackson, compone el retrato de una mujer negra a través de momentos de cuatro décadas de su vida en Misisipi, desde la infancia hasta la adultez y prestando atención a su primer beso, a su matrimonio, a su embarazo, a una muerte en su familia, una separación traumática y un reencuentro conmovedor. Estructura esos elementos de forma intuitiva, probablemente tratando de recrear el funcionamiento de la memoria, y en el proceso se anuncia como una autora excepcionalmente capaz de crear el tipo de cine que no solo se contempla sino también se toca, se huele y hasta se cata. 

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